
El maestro Artemio Guerra no sólo ha dejado su huella en Reynosa tras 43 años de trayectoria en murales locales, exposiciones y pinturas emblemáticas, sino en el corazón de muchos reynosenses.
Con 43 años de trayectoria, Artemio Guerra Garza se convirtió en referente de la docencia cultural y creador de diferentes pinturas y murales plasmados en varios rincones de la ciudad. En entrevista para Hora Cero, el maestro de muchos reynosenses, asegura que en la actualidad existen espacios dedicados a la cultura y las artes, diferente a lo que vivió en la época en la que creció, la que señala como “árida”.
Artemio Guerra es un pintor, escultor y muralista originario de Reynosa, Tamaulipas. Pintor de profesión pues es egresado de la Casa de Arte de Ciudad Victoria, lugar en el que consolidó sus técnicas.
En su relato recuerda que comenzó a dibujar desde los 8 años, edad en la empezó a visualizarse como pintor. Narra que a esa edad no le interesaba saber si podría vivir de la pintura, sino desempeñar su pasión sin importar las escasas oportunidades.
Aunque siempre se le cuestionó su vocación, esto no fue impedimento para seguir sus sueños.
El artista compartió que los pasillos de la presidencia municipal de Reynosa era el único lugar en el que sus obras eran expuestas, pues hace cuatro décadas, los artistas no contaban con los espacios culturales que hoy en día se contemplan en la ciudad, a pesar de que siempre han existido los movimientos culturales y la devoción por las artes.
“Las exposiciones que hacíamos las exhibímos en la presidencia municipal o en la biblioteca; fue después que surgió la Casa de la Cultura, el Museo Histórico Reynosa, el Parque Cultural y el Instituto Reynosense para la Cultura y las Artes. Es por eso que reconozco que hay un gran avance para las futuras generaciones. Por ejemplo, a mí me da mucho gusto ver gente joven ejerciendo la comunicación, impulsando la cultura, porque los jóvenes son el relevo tradicional que viene a desarrollar la actividad estudiantil de la mano con la cultura”, sostuvo.
Guerra precisó que en su caso, tuvo que salir de Reynosa para desempañar su pasión por la pintura; sin embargo, destaca que hoy en día los niños pueden asistir desde pequeños a talleres de pintura, pues ahora existe un abanico de oportunidades para que nutran sus habilidades.
DIFUSIÓN DEL ARTE EN REYNOSA
Como director del Museo Histórico de Reynosa (inaugurado en 1992), Artemio Guerra afirma que los museos no son espacios muy concurridos. Por su parte, explicó que los centros de educación cultural como la Casa de la Cultura y el Instituto Reynosense para la Cultura y las Artes (IRCA), son lugares más funcionales para la difusión artística, esto porque además de ser espacios de exposición, los talleres dirigidos a niñas y niños reúnen tanto a padres de familia como a niños y jóvenes, a disfrutar indirectamente de las exposiciones temporales en su visita a sus clases.
Durante la entrevista, el artista adaptó una filosofía que ha perseverado por años, en la cual sostiene que mientras haya personas interesadas en la cultura, sea danza, música o pintura, la gente buscará en cada rincón de la ciudad el lugar en el que se encuentre el arte.
“El que es fan del box, va a ir hasta donde está el box. El que es fan del futbol, irá hasta donde está el futbol. Y así pasa con la cultura, el que está interesado va a ir en busca de espacios culturales”, destacó.
Como ejemplo de actividades culturales, dijo que el Museo Histórico Reynosa realiza mensualmente encuentros nocturnos dedicados a invitar a talentos locales para destacar la importancia de la cultura, como lo han sido las noches de ballet folklórico, de literatura y de música, por mencionar algunas de ellas. Estos eventos gratuitos permiten que el público en general pueda disfrutar de estas veladas, logrando aperturar espacios dedicados al arte y la cultura.
INTERPRETACIÓN DE LAS ARTES
En su memoria, el reconocido pintor reynosense recuerda que antiguamente eran de 8 a 10 personas las que se atrevían a dedicarse a la pintura (un desafío por la escasez de espacios), a lo que hoy señala que son ya una ola de personas las que se atreven a pintar sobre el lienzo.
“La obligación de cuando tienes un oficio, es tratar de hacer bien las cosas, y lo enriquecedor es que hay gente que en el proceso aprende de ello”, agregó.
Al cuestionar el significado de las artes, el entrevistado describió este movimiento como uno subjetivo. Reiteró que no le gusta emplear la palabra arte en su vocabulario, pues sólo considera artista a aquel que “hace bien las cosas”.
Sobre la interpretación de las obras, comentó que este acto se ha convertido en un trabajo de suma creatividad y conexión al crearse un vínculo entre el pintor y el espectador. En cada obra, sean estilos surrealistas, abstractos, realistas o impresionistas, el pintor pone su creatividad y es el espectador quien siente una emoción evocada por la pintura, independiente del título que la obra tenga.
Guerra habló del principal problema que se presenta con la develación de pinturas abstractas, pues éstas despiertan una –curiosa– necesidad en las personas, de saber un significado o descubrir qué es en lo que el autor pensaba.
Sin embargo, para el maestro de muchos, el arte no debe entenderse por su concepto, sino sentirse por su revelación al mundo.
“Algo similar me pasa con la música, aunque yo desconozco sobre autores de música clásica, yo sé reconocer cuando algo me gusta y disfruto de ello sin importar que o quién sea”, comentó.
Describió esta experiencia como una responsabilidad compartida entre espectador y creador, pues plantea que mientras un pintor propone y crea, es el espectador quien logrará identificarse o darle un resignificado a la obra.
Guerra Garza remarcó que en el ámbito artístico no existen verdades absolutas, un aprendizaje que descubrió en su viaje a la docencia.
“A mí como maestro me pasó que me veía obligado a pintar cosas que jamás hice, como pintar paisajes (…), pero cuando tuve alumnos que pintaban paisajes, yo tuve que apoyarles y ayudarles a resolver problemas de paisajes”, relató.
Ante esto, describió la docencia como una de las satisfacciones más grandes que ha experimentado a lo largo de su carrera. Cuenta que hay personas que se han acercado para decirle: “Yo soy pintor porque pasé por su taller”, y es ese uno de los sentimientos más enriquecedores que Artemio vive.
PROCESO CREATIVO
De acuerdo al punto de vista del entrevistado, el proceso creativo de la pintura trata de transmitir las cosas tal cual son, tratándose de un proceso de aprendizaje para conocer las herramientas y los estilos existentes. Aunque Artemio Guerra se formó con maestros de la vieja escuela del muralismo, terminó trabajando con la abstracción geométrica, cosa que nunca pensó que terminaría ejerciendo.
Para el reynosense, “se pinta por necesidad de pintar y no por necesidad de vivir de la pintura”. Describe esta urgencia como una que motiva y compromete al pintor a la creación de obras no por obligación sino por pasión.
“En una ocasión, una alumna me decía que yo la tenía fácil porque sólo era cuestión de sentarme y pintar, y no es cierto, es todo lo contrario, porque entre más vas aprendiendo más te vas dando cuenta que te falta por aprender”, recordó.
Relató que cuando se trata de sus exposiciones, siempre se le ha cuestionado cuál es su obra favorita, a lo que siempre responde con seguridad “la que voy a hacer”.
Algo similar pasa cuando le preguntan qué emociones experimenta cuando finaliza sus esculturas, a lo cual responde: “Siempre les digo que las pude haber hecho mejor”.
Es esa la magia del trabajo de los artistas, así sean pintores, poetas, escritores o actores, se trata de no considerase mejores los unos a los otros, sino diferentes, porque utilizan su vida para otra actividad.