
Los llantos se esparcen por toda la vivienda y, por momentos, faltan brazos para atender al mismo tiempo a los cuatro nuevos integrantes del hogar que conforman Marisol y Emilio, un joven matrimonio que siempre tuvo la ilusión de llenarse de hijos, aunque no pensó que eso ocurriría tan rápido.
En enero de este año supieron que serían padres por primera vez, así que, contentos, comenzaron a buscar el nombre que le pondrían a su niño o niña, según fuera el caso; sin embargo, conforme transcurrieron los días aparecieron varias sorpresas que cambiaron radicalmente sus vidas:
Al iniciar con la atención médica prenatal, Marisol se enteró que en su vientre no solamente se formaba un bebé, por lo que, emocionada, pensó que tendría gemelos, pero cumplidas las ocho semanas de embarazo descubrió –por medio del ultrasonido– que no era uno ni dos, sino cuatro los hijos que esperaba.
Ante el asombro y el temor que eso representaba (por estar en puerta un parto riesgoso) esta madre, originaria de Reynosa, debió permanecer en cama día y noche durante muchos días y extremar precauciones en casi todo el proceso de gestación. Asegura que el miedo de perder a sus bebés era latente, algo que a menudo la angustiaba.
“Me enteré hasta los dos meses que sería mamá de cuatro hijos y para todos nosotros fue una gran sorpresa. Fue un momento a la vez complicado, porque no pensé que se me fueran a lograr todos, por las complicaciones propias del embarazo, pero gracias a Dios se pudo y ellos están sanitos”, cuenta visiblemente conmovida.
De mayor a menor, José Emilio, Livan de Jesús, Ana Sofía y Aliver Tadeo son los nombres que al final eligieron para estos hermanitos, que también son la felicidad de los abuelos y de toda la familia.
Apenas en la segunda edición de octubre Hora Cero publicó la historia de Dayana, Deyanira y Dariana, el caso de unas trillizas que se convirtió en el primer parto múltiple de 2011.
Hoy es el turno de estos cuatrillizos, quienes vinieron al mundo siendo prematuros, pero que ya se encuentran a salvo y en franca recuperación. Nacieron el pasado 2 de julio a las 11:00 de la noche en el Hospital Regional de Mission, Texas, cuando tenían 29 semanas (siete meses) de formación.
“El parto fue mediante cesárea. Nos sentimos muy felices, porque fueron unos bebés muy esperados y ya están aquí con nosotros”, relata agradecida su madre, quien permaneció durante un mes internada y en observación.
Por su parte, Emilio, el progenitor de los cuatrillizos, describió que él y su esposa recibieron recomendaciones médicas de buscar un sitio altamente especializado para atender su nacimiento y lo encontraron en un hospital de Texas. Lo primordial para ellos, mencionan, ha sido siempre la salud de sus hijos.
“Nos dieron la opción de irnos para el ‘otro lado’ y por eso elegimos que nacieran allá. Yo le pedí a Dios que todo saliera bien y ahora le doy las gracias porque así fue. Ahorita aquí están todos.
“Lo primero que sentí cuando los tuve por primera vez en mis brazos fue ternura, porque no había una mejor manera de conocer la paternidad que teniendo a mi lado cuatro hijos”, manifiesta.
UN MUNDO APARTE
Sabedor de que el grado de responsabilidad es mucho mayor, de que si tuviera un sólo bebé, Emilio, quien es licenciado en criminología, admite que ahora tendrá que trabajar mucho más para sacar adelante a su numerosa familia.
Después de un arduo día, las tareas no terminan para este padre, pues al llegar a casa en la colonia La Cañada los quehaceres continúan. Lavar biberones, prepararlos y cambiar pañales, cualquier ayuda es buena para darle un poco de descanso a Marisol, quien explica que los nenes son un poco inquietos y se desvela con ellos en brazos.
Sobre todo, Aliver Tadeo (el más chiquito) es intranquilo, pues tiene reflujo, lo cual le provoca diversos malestares y al llorar a veces despierta a sus hermanitos.
“Nos ha cambiado por completo la vida, porque ya no es lo mismo, ya no dormimos igual, los gastos en pañales (risas), la leche y todo se multiplicó. El trabajo en el hogar también.
“Aquí todos en la familia nos echan la mano, mi suegra, mi mamá, todos colaboran cambiándoles pañales, aunque a veces parece no ser suficiente. Mi esposo también me apoya mucho”, afirma esta ama de casa.
> ¿Cómo le hace para reconocerlos?
“Son muy diferentes, yo sí los reconozco. Para mí todos tienen algo distinto. Los identifico por el tamaño, por su forma de llorar, todo es diferente en ellos”, insiste.
> ¿Los cuenta cuando se va a ir a dormir?
“Sí (risas), sí los cuento a ver quien se quedó despierto, pero todos generalmente duermen durante la noche”, agrega Marisol.
A pesar de que sus hijos nacieron en Estados Unidos, esta familia indica que ellos crecerán en suelo mexicano.
“Para que pudieran atenderme los especialistas me tuve que ir a la ciudad de Mission cuando tenía cinco meses de embarazo. Como estoy gordita no se notaba mucho y no pasé problemas para cruzar el puente internacional. Apenas acabo de volver con ellos, ya quería estar aquí en Reynosa, me moría de ganas.
“Ellos van a criarse aquí, yo me fui más que nada (a la Unión Americana) para que ellos se lograran; por los cuidados médicos me sugirieron que me fuera para allá”, abunda.
El diagnóstico actual para los cuatrillizos es de niños normales, de buen peso, talla y todos gozan de muy buena salud.
> ¿Cuándo se anima para los siguientes?
“No ya no (risas), ya cerramos la fábrica, porque es muy difícil mantener a cuatro bebés. No se puede con más pañales, leche, la ropa, cuidados médicos, todo es muy caro.
“Es una lata diaria de leche la que se me termina y son 270 pañales por semana, pero estoy satisfecha porque quedó toda la familia completa, tres varoncitos y una niña”, dice la feliz madre.
En tanto, Emilio, quien reconoció no esperar tantos hijos de un sólo tirón, asegura que él y su mujer se turnan por las noches para poder mantener a José Emilio, Livan de Jesús, Ana Sofía y Aliver Tadeo, tranquilos y bien comiditos. Durante el día reciben la ayuda de una muchacha.
Ahora, en vez de ponerse a ver una película o a platicar con sus amigos, a este padre le toca cuidar a los niños.
“Sí, llego, y si está alguien llorando, lo cargo y lo vuelvo a dejar ahí en la cuna y el que sigue (risas)…
“Son poquito inquietos, por la cuestión de los primeros meses, pero Dios mediante esperamos que ya que coman bien y duerman bien sus horas estén más tranquilos”, desea.
> ¿Cómo se imagina en unos cuatro o cinco años cuando tenga que llevarlos al parque?
“(Risas), pues va a estar un poco difícil, por la peleadera y andarlos cuidando, así que ya nos vamos haciendo a la idea… Ya nos dio Dios estos bebés y hay que cuidarlos ahora”, reitera gozoso.
FELICIDAD DE ABUELOS
Alicia Alba de López es la abuelita paterna de los cuatrillizos y asegura sentirse muy impresionada porque su nuera tuvo cuatro bebés de golpe, algo que no es muy común y que a ella con cinco hijos le llevó mucho más tiempo.
Con Aliver Tadeo y Livan de Jesús en cada brazo, cuenta que su corazón no cabe de felicidad.
“Me siento bien, bien contenta, porque ya tengo bastantes nietos, son ellos cuatro y otros siete más y a todos los quiero mucho.
“Yo he notado que es muy diferente el amor que se le tiene a los hijos que a los nietos, como que es más grande, será que como uno no está el mayor tiempo con ellos; sin embargo, ellos son mi vida todos”, pavonea.
Describe que así como Marisol vivió meses de intranquilidad y miedos, toda la familia experimentó juntamente esos sentimientos, pero al final todo salió a la perfección y los niños tuvieron un feliz alumbramiento.
“Bueno, es que ella presentó muchos problemas para que nacieran esos bebitos, y creímos que no se iban a lograr, pero gracias a Dios se lograron, éste un milagro bien grande”, señala con lágrimas de emoción.
Admite que los cuatrillizos pronto van a necesitar una recámara y una casa más grande, porque al crecer “se van a topar unos con otros con las andaderas”.
Ante la pregunta de que si ahora en vez de uno va a tejer por cuatro, doña Alicia menciona que se adelantó y se la pasó haciendo chambritas durante todo el año “para no quedar mal con nadie” (risas).
“Yo me considero una abuela consentidora y me dicen que los tengo bien chiflados, pero cómo no voy a apapacharlos si tenerlos aquí con nosotros es extraordinario”, manifiesta.
Mientras tanto, Emilio López Ovalle, quien es su esposo y abuelo de los cuatro menores, expresa en tono de broma que no se atreve a pedirle a su hijo y nuera a que completen el equipo de basquetbol (de cinco integrantes).
“No, ya no, (risas) ahí lo hacemos con otro de los nietos. Dicen que ya no se animan a tener más hijos; al principio decían que sí, pero ahora que los están atendiendo en casa mencionan que ya no, pues ya vieron que es difícil. Mantenerlos como quiera, pero el cuidado de todos al mismo tiempo es lo primordial.
“Estoy orgulloso, muy feliz. Me da gusto verlos que están bien y hay que echarle ganas para sacarlos adelante”, asegura.
El patriarca de la familia López, quien tiene una tienda de abarrotes detalla que ocasionalmente debe reportarse con la leche y los pañales.
“En lo que se pueda ahí estamos, de repente son vendidos y de repente regalados (risas)”, añade.
> ¿Cómo se considera usted como abuelo?, ¿barco (consentidor)?
“Normal, ¿barco quiere decir que me van a hacer leña? (risas), ¡ah!, que los consiento, bueno es que aún no ha habido el tiempo suficiente, porque ahorita tienen poquitos días con nosotros.
“Los nietos son sangre de uno mismo y los estamos viendo otra vez, yo así lo siento”, describe.
En fin, para esta familia que por primera ocasión registra un parto múltiple en sus generaciones no hay nada mejor que entrar a la reducida, pero colorida y cálida recámara de José Emilio, Livan de Jesús, Ana Sofía y Aliver Tadeo y ser parte de este sueño de tener cuatro hermosos bebés en casa.