En su intento por ingresar ilegalmente a Estados Unidos, Alicia Guzmán sufrió una caída que le provocó una luxación en el tobillo derecho. A pesar de su lesión, agentes de la Patrulla Fronteriza la mantuvieron retenida durante tres días en los que le negaron la atención médica que requería.
El pasado 18 de octubre, Alicia y su grupo fueron cruzados por el río Bravo a bordo de una lancha a la altura del municipio de Camargo. En territorio estadounidense, el guía le pidió al grupo de ocho personas que corrieran entre la obscuridad hacia los matorrales. Tras avanzar un poco, la mujer de 35 años se resbaló y cayó en un pozo lo que le causó la dislocación.
“Comencé a correr, pero me resbalé y mi pie se atoró en un hoyo de una nopalera lo que provocó una lesión. Aunque los compañeros se regresaron a brindarme auxilio, logré levantarme pero sentía con gran dolor. De todas formas seguí corriendo unos metros para llegar a otro punto donde se encontraba la persona que nos llevaría a nuestro destino”, recordó.
Sin embargo, al llegar al lugar que les habían indicado ya no encontraron al “guía” pues los había abandonado. Minutos más tarde recibieron otra indicación les pidieron caminar otros 200 metros a la derecha para reencontrarse con ellos.
“Aunque mi dolor era intenso fueron más fuertes mis ganas de lograr mi cometido, pero al llegar al lugar observamos al guía enfrente y también a los agentes de Migración que ya nos tenían detectados. Los demás corrieron, pero yo ya no podía porque tenía el pie muy lastimado y sólo esperé a que me detuvieran”, recordó.
La migrante indicó que cuando los agentes la levantaron les comentó que se había lastimado el pie, pero solamente le contestaron que no podían hacer nada por ella y que era su problema.
“A pesar de que les dije y mostré el pie, me decían que caminara y me subiera a la camioneta. Sentía mucho dolor y lo hice con gran esfuerzo”, narró.
El grupo de indocumentados fue trasladado a un centro de detención. Con los intensos dolores durante dos días Alicia estuvo pidiendo una pastilla para calmarlos y bajar la inflamación, pero no le hacían caso.
“Posteriormente nos llevaron a otro lugar y durante tres días más nos tuvieron ahí. Aunque mis súplicas eran constantes para manifestarles lo mal que me sentía, nunca me brindaron atención médica, solamente me ignoraban”, dijo.
Y añadió: “Sentía que mi pie iba a reventar de lo inflamado, ya no me entraba el zapato y no podía apoyarlo. Pero ellos nos movían de un lado a otro y me hacían caminar como castigo”.
Después de varios días uno de los agentes se apiadó de Alicia y le regaló cuatro pastillas para el dolor.
“Solamente me dijo que me las tomara juntas y que era todo lo que podía hacer por mi. Les decía que posiblemente me había fracturado el pie que si podía revisarme un doctor para que me lo acomodara, pero no me atendían”, relató.
Cuando el grupo de migrantes fue deportado por el puente internacional “Benito Juárez” los elementos de Migración de Estados Unidos insistieron a la mujer que caminara distancias muy largas detrás de sus compañeros.
“No me ayudaron para nada aunque les decía que no podía solamente me apuraban para que alcanzara al grupo. Les mostraba como tenía de inflamado y morado el pie pero no les importó. Creo que no era una forma de tratarme porque ellos ya sabían como andaba de lastimada pero aun así, no me hicieron caso”, insistió.
El Viacrucis de la mujer chiapaneca continuó avanzando por el cruce internacional hasta llegar a Migración de México donde entregó las hojas de deportación.
Sin embargo, su sueño de reencontrarse con sus tres hijos y su esposo, que residen en Virginia, al este de la Unión Americana, se encontraba a dos mil 500 kilómetros de la frontera.
Mientras avanzaba su tristeza y frustración de no haber logrado llegar a su destino se sumaron al dolor físico y la impotencia por los malos tratos recibidos por los agentes de la Patrulla Fronteriza.
En el Instituto Nacional de Migración en Reynosa el panorama cambió. Al llegar ahí le brindaron alimentos inmediatamente, le ayudaron con la documentación y atendieron su lesión. Minutos más tarde la trasladaron junto con el grupo a la Casa del Migrante de Nuestra Señora de Guadalupe donde un médico la revisó y determinó que era necesario tomar unas placas de rayos X.
“Estoy muy agradecida con ellos, desde que entramos nos atendieron muy bien, nos dieron comida, me revisaron, nos explicaron el procedimiento y nos trasladaron al albergue de migrantes”, dijo.
Y añadió: “Al llegar al refugio me brindaron auxilio y me llevaron al médico para que me revisara. Posteriormente al hospital donde me tomaron unas placas del pie y detectaron que tengo una fisura en el hueso del tobillo por lo que me enyesaron”.
Alicia, quien se traslada de un lado a otro en el albergue en la silla de ruedas, esta siendo revisada periódicamente por un especialista en el Hospital General de Reynosa ya que existe el temor de que requiera una operación.
“No tengo como pagarles todo lo que han hecho por mí. Aquí las madres me brindan alimentos y un lugar seguro para recuperarme, además me prestaron una silla de rueda, me dan los medicamentos y me llevan periódicamente a las citas para la revisión médica, será en los próximos días que determinen los médicos si requiero una intervención”, mencionó.
UNA DECISION COMPLICADA
Después de permanecer por más de ocho años de indocumentada en el vecino país, la mujer originaria de Pijijiapan, Chiapas, se vio en la necesidad de regresar a México ya que sus padres se encontraban delicados de salud.
“La enfermedad de mis papás provocó que decidiera regresar a mi hogar para ayudarlos. Sin embargo tenía la creencia de que al intentar el retorno a Estados Unidos otra vez sería sencillo como hace años. Pero ahora todo es diferente, existe mucha seguridad, trampas, cámaras, detectores y otras cosas que complican la cruzada”, refirió.
Con la mejoría en la salud de sus padres, llegó el día de partir nuevamente de la tierra que la vio nacer y con una enorme ilusión de pagar mil dólares a un “guía” que la cruzara el caudal de río Bravo para internarse ilegalmente en la Unión Americana.
Despedirse nuevamente de su familia en Chiapas fue complicado pero decidió regresar al lado de su esposo e hijos de 13, 12 y 9 años. Sin embargo, mantienen blindada la frontera que divide a ambos países por lo que fue detenida y deportada inmediatamente.
“La primera vez que cruzamos lo hicimos sin problemas mi marido y mis hijos que estaban pequeños, pero ahora todo ha cambiado. En ese entonces no había tanta vigilancia de migración estadounidense y creí que esta ocasión sería igual, pero me equivoqué, ahora es muy difícil”, indicó.
Alicia recorrió más de dos mil kilómetros en autobús para llegar a Reynosa por lo que cada vez sentía más cerca su objetivo de reunirse con sus hijos y esposo, pero ese sueño quedó por los suelos con su lesión y deportación.
“Estoy triste por mis hijos que no pude llegar a verlos, ellos estaban muy ilusionados y contentos de que nos reuniríamos. Cambió radicalmente mi plan, pero creo que lo intentaré nuevamente, aunque ahora solamente me mantenga enfocada en recuperarme y tomar una decisión”, refirió.
Al comparar la calidad de vida que desarrollaba en su entidad donde se dedicaba a vender diversos productos para apoyar a sus padres, hijos y obtener un sustento no alcanzaba para nada.
Mientras que en Estados Unidos al lado de su familia trabajaba en un rancho de cocinera, haciendo limpieza o pizca de camote, pepino, chile, tabaco o lo que hubiera de siembra.
“En Chiapas obtenía cien pesos al día de la venta de nieves y helados, refrescos, agua o dulces, eso solamente para comprar la comida y ya no alcanzaba para más, en cambio en Estados Unidos obteníamos 60 dólares diarios y es más fácil que se pueda ahorrar porque en la semana de 200 a 300 dólares”, dijo.
Y agregó: “Para el migrante en Estados Unidos no hay nada de que no me gusta, solamente trabajas en lo que haya y es labores de mujeres y hombres por igual, no importa que sean trabajos pesados. Obviamente ganas más pero también se gasta por igual en la renta, servicios o alimentos pero es una mejor vida y rinde más”.
Actualmente, Alicia, se mantiene en recuperación y reflexionando si intentará nuevamente cruzar ilegalmente a la Unión Americana o si sus hijos, que están estudiando, y esposo, que se mantiene trabajando, deciden regresar a su lado a Reynosa para regresar a Chiapas.