
El polémico tema de la tenencia de armas de fuego en suelo estadounidense vuelve a tener un nuevo capítulo y esta vez va más allá de lo que muchos pueden imaginar, pues ahora incluye a los salones de clases.
Jeff Wentworth, legislador por San Antonio, consiguió los votos necesarios para sacar adelante esta ley, misma que antes ya se había estancado pero finalmente fue aprobada por la mayoría republicana en el Capitolio (Congreso) Estatal, la cual concede a los portadores legales de tales artefactos la oportunidad de llevarlos consigo ocultos y de disparar si es necesario aún dentro de una institución de enseñanza.
El argumento presentado en el palacio legislativo de Austin, Texas, es el “temor al incremento de la delincuencia”, especialmente en espacios universitarios y colegiales, así como por una larga lista de sucesos trágicos en los que se han visto envueltos algunos estudiantes, convertidos “de la noche a la mañana” en asesinos seriales.
Sin embargo, hay quienes consideran que esta medida lejos de generar seguridad a la clase estudiantil, va a amplificar los accidentes y las desgracias por el uso de pistolas. Aunque el tema ya está prácticamente decidido, hay un grupo de activistas sociales, de servidores públicos y líderes educativos que están dispuestos a echar abajo tal resolución.
El debate cobra más fuerza, como también empiezan a revivirse los recuerdos de los más aciagos acontecimientos ocurridos dentro de planteles escolares en este país.
TENDENCIA CRIMINAL
El mayor baño de sangre en la historia de Estados Unidos relacionado con armas de fuego y estudiantes, le pertenece al alumno de origen asiático Cho Seung-Hui.
El martes 16 de abril de 2007, 32 personas murieron y 15 más resultaron heridas cuando el joven de 20 años abrió fuego dentro de la Universidad Politécnica de Virginia, causando la peor desgracia de ese tipo en la Unión Americana.
El criminal planificó el ataque durante dos semanas, compró dos pistolas semiautomáticas e irrumpió en su escuela para perpetrar el multi-homicidio. Antes de que interviniera la policía se suicidó.
Previo a esa tragedia el Estado de Texas tenía el mayor registro por un ataque de esa naturaleza dentro de una escuela:
El 1 de agosto de 1966 Charles Whitman, estudiante de la Universidad de Texas, se atrincheró con varios rifles en la torre de 28 pisos del campus, donde mató a 13 alumnos e hirió a otros 31.
Hora antes había asesinado a su madre y esposa. Luego subió al último piso del inmueble desde donde comenzó a jalar del gatillo contra inocentes estudiantes alrededor del mediodía. El oficial Ramiro Martínez, vigilante de la institución en turno, le disparó en varias ocasiones al homicida, hasta que lo dejó abatido.
Un año después se desató una polémica sobre el control de armas en la Unión Americana, pues el 57 por ciento de los asesinatos cometidos en aquel entonces (que en total fueron nueve mil 850) tuvieron relación con rifles y pistolas.
De acuerdo con la revista Time, los liberales creían que una licencia rigurosa no prevendría este tipo de crímenes, pero al menos mantendría las armas fuera del alcance de quienes podrían mal usarlas. Por su lado, los conservadores consideraron el control como un plan comunista para desarmar a los norteamericanos.
Pasaron poco más de cuatro décadas para que la masacre de Whitman fuera superada por la Seung-Hui, una terrorífica marca que nadie en su sano juicio espera vuelva a repetirse.
No obstante los esfuerzos para que acontecimientos como esos no se reproduzcan, los ataques continúan en los salones de clases en Estados Unidos.
En Texas el más reciente de ellos ocurrió el miércoles 30 de marzo de 2011, cuando una persona murió y varias más quedaron heridas durante un tiroteo en la secundaria Worthing en la ciudad de Houston.
De acuerdo con la policía, la agresión se registró por rivalidades entre grupos de pandilleros: alrededor de 60 personas estaban mirando un partido de futbol femenino cuando desde un auto varios jóvenes comenzaron a disparar hacia la multitud y huyeron.
Es por tal motivo que los legisladores republicanos, los cuales son mayoría en el Congreso Estatal, dieron el visto bueno a la enmienda HB750, aún pese a la resistencia de funcionarios académicos de nivel superior y de algunas organizaciones no gubernamentales que se dieron cita en la ciudad de Austin para protestarla.
Al menos 90 de 150 miembros de la Cámara de Representantes ya habían decidido apoyar la iniciativa de Wentworth (añadida como un proyecto de ley sobre el gasto en las universidades), por lo que sólo faltaba el voto del Senado, que finalmente la aprobó.
Los simpatizantes la califican como una disposición importante de defensa personal y como un derecho, mientras que a los opositores les preocupa que la portación de armas pueda generar más violencia y suicidios en las instalaciones de aprendizaje.
La senadora demócrata Judith Zaffirini, quien era alumna de la Universidad de Texas en 1966, cuando el francotirador Charles Whitman mató a 13 personas, se opuso categóricamente a la portación de pistolas.
Cuestionó: “¿cómo la policía va a responder a un llamado de emergencia cuando encuentre a varios sujetos con armas en la mano?”.
No obstante, Wentworth -para defender la iniciativa- evocó el homicidio colectivo de 2007 en Virginia Tech y mencionó que quiere darle a los estudiantes la posibilidad de defenderse.
Cabe mencionar que el Estado de Texas avaló ya en 1995 una ley de tenencia de armas ocultas. Los portadores deben contar con al menos 21 años de edad y aprobar un curso de entrenamiento.
LO QUE VIENE
Para Alicia Limón, activista social y ex consejera del Instituto de los Mexicanos en el Exterior (IME), la norma HB750 causará muchos dolores de cabeza, por lo que considera que debe derogarse.
“Yo voy en contra de esa ley, porque los jóvenes no deben usar armas dentro de las escuelas, pues es muy peligroso. De por sí ya es riesgoso con el manejo de drogas que ilegalmente entran a los planteles.
“En ese sentido, si hay una ley que les autorice traer armas va a ser peor todavía…, porque vamos a tener una comunidad violenta, en alarma, ya que en verdad no es bueno y a nadie nos gusta que a nuestros hijos les vayan a sacar la pistola.
“Pienso que el gobierno de Estados Unidos, especialmente el de Texas, tiene que pensar bien todas las consecuencias que puede ocasionar esta ley, porque muchos jóvenes, como tienen ya el problema de las drogas, tal combinación puede resultar muy peligrosa”, alertó.
Limón, quien también es presidenta de Casa Guanajuato, vislumbra en el papel una escalada de sucesos violentos, al permitirse cargar una pistola dentro de un salón de clases, aunque se lleve escondida.
“Creo que va a ser algo muy difícil de controlar. Después van a tenerse problemas muy fuertes como accidentes. Si así hay suicidios porque entran las armas ilegalmente a las escuelas sin permiso, ¿cuánta gente en otros Estados ha muerto?; en mismo Texas este problema se ha dado.
“Hace poquito en Austin, en la UT, hubo un incidente muy fuerte en el que un muchacho entró con una pistola y estaba prohibido. Imagínense si ya sabiendo que algunos las pueden utilizar legalmente, pues va a ser algo peligroso especialmente para nuestros jóvenes, que son el futuro de nuestra comunidad”, adujo.
Por su lado, Leopoldo Palacios, alcalde de la ciudad de Pharr, manifestó su repudio a esta ley de portación de armas de fuego en escuelas (que presumiblemente entrará en vigor antes de que termine el año).
“No estoy de acuerdo con eso, no quiero que nadie traiga pistolas dentro de la escuela, porque pueden presentarse accidentes o un ataque.
“Nunca he querido, yo no soy partidario de que la gente ni los estudiantes porten “guns” en ninguna parte y menos en la escuela”, insistió.
Palacios recalcó que el trabajo de los legisladores es velar por el bien de su comunidad y no darles literalmente “armas” para que se destruyan.
“Esa fue para mí una propuesta mucho muy mala, muy negativa y no sé cómo esa gente (en el Congreso) puede tener idea de que los chamacos estén armados. Ya han habido pruebas en otros lugares con serias consecuencias de que los jóvenes lleven armas. Si se presenta una riña con alguien pueden reaccionar de una forma agresiva y más si traen una pistola”, ilustró.
El edil texano condenó las tareas legislativas de Jeff Wentworth y también de quienes apoyaron tal iniciativa.
“El la recomendó, pero ¿por qué los demás le siguieron con eso? No solamente Wentworth tiene la culpa, sino también los demás que votaron por ella.
“Cuando llegue a pasar una desgracia en una universidad o en un colegio, Dios no lo quiera, a él es al que vamos a tener que sacar a la luz por todo lo que pasó.
“El cuerpo de representantes del Colegio Panamericano fue a Austin a tratar de parar eso, pero no pudieron”, mencionó.
EL DEBATE
Ese 9 de mayo, el día en que se aprobó la ley estatal SB750, se presentó una acalorada discusión sobre la violencia transfronteriza, enfocada a la seguridad en la Universidad de Texas-Pan American de Edinburg y en la Universidad de Texas en El Paso. Los rectores de ambas instituciones mostraron una fuerte oposición a la mencionada legislación.
Pero aún en contra de su voluntad el voto republicano, respaldado por el gobernador Rick Perry, fue para defender el que quienes tengan un permiso para llevar armas puedan ingresarlas a instalaciones educativas.
Según analiza Alicia Limón, no se consideraron factores que pueden afectar la función de la ley estatal como lo es el racismo.
“Como comunidad texana estamos hablando que más del 50 por ciento somos hispanos, muchos de origen mexicano. No creo que funcione esa ley en Texas, va a haber mucha oposición. De lo contrario, muchos van a desertar y se van a ir a sus lugares de origen, porque no es difícil imaginar que un muchacho en algún momento de cólera o bajo una fuerte depresión emocional pueda reaccionar con violencia si carga un arma.
“Por eso mismo no creo que sea una solución para ayudar a la juventud, más bien, deberían de ser más conscientes y meter leyes para tener grupos de soporte, ayudar a los jóvenes que están envueltos en tantas drogas y para evitar la violencia, no crear violencia; como líder comunitaria estoy en desacuerdo, porque yo tengo hijos y a mí no me gustaría que a mis hijos los amagara alguien con una pistola y ellos no se van a defender porque no van a cargar un arma”, dijo.
En el mismo tenor Limón cuestionó ¿qué tiene que hacer un joven portando armas dentro de una aula de clases? Y así misma se respondió:
“Nada, no debe de tener una pistola. Tiene que tener un libro, tiene que tener una licencia de manejar, tiene que tener talento en su mente; limpia, tranquilidad, no puede portar un arma porque en cualquier momento se va a alebrestar y va aventar tiros y ¿qué va a pasar con nuestros hijos?
“Le va a costar más caro al gobierno tener que aumentar la seguridad en las escuelas, que de por sí están llenas de drogas. Imagínense con las armas, va a ser violencia tras violencia, por eso necesitamos unirnos todos los líderes comunitarios y hablar con los congresistas para que echen abajo la norma SB750”, instó.
Acerca del argumento de la bancada republicana en el Capitolio Estatal, de que la violencia bilateral es un poderoso motivo para tener un arma, esta ex consejera del IME indicó que ese no es trabajo de los maestros o de los alumnos, sino de la policía.
“Eso le corresponde al sheriff, a los marshalls. Los jóvenes no pueden llevar pistolas, porque en primer lugar no tienen la experiencia para portarlas ni tampoco tienen la responsabilidad de traerlas ni usarlas.
“Mejor que metan a las universidades gente especializada, que para eso se les paga bastante bien y nos cuesta mucho a los ciudadanos americanos muchos impuestos, para que refuercen la seguridad en las escuelas y no permitan que entren con armas”, sugirió.
Por su parte, el alcalde de Pharr recitó la frase de Benito Juárez, de que “El respeto al derecho ajeno es la paz”.
Agregó que se debe hacer lo mejor para la gente y no fomentar la violencia, algo que considera, no lo han entendido los republicanos en el Congreso Estatal.
“No queremos tener problemas con nadie, pero sí nos incumbe que haya esa clase de gente representándonos en Austin y nos vaya a afectar a nuestra juventud, que son los líderes de mañana, en donde de un día a otro puede ocurrir una desgracia”, advirtió.
El sur de la entidad texana parece estar en contra de la ley SB750, que si finalmente opera en las escuelas y universidades texanas podría traer graves consecuencias.
Por lo pronto ya se espera una férrea reacción de los 60 distritos escolares y de los institutos de educación superior para ver como darán respuesta a una decisión que nunca estuvo en sus manos.
Una fuente cercana a Mary Aldridge, presidenta de la Asociación de Facultades de Texas, está muy enojada por esa ley, aunque hasta el cierre de esta edición no ha sido posible entablar contacto con ella.
Lo cierto es que muchos son los que no quieren imaginar a alumnos o maestros armados dentro de un salón de clases. Probablemente el problema apenas comienza.