Estaba un día El Apuntador aventando dulces por la ventana para ver si algún niño los agarra y así se dan por festejados por su día, cuando le cayó el veinte que la medida es bastante inútil, pues en estos momentos no hay hüercos en la calle.
Sin embargo y como ya andaba reflexionando sobre la vida, tuvo la revelación que existe algo que resultó más inútil que la idea de los dulces… la existencia del Clan de Los Pacos dentro de la administración estatal.
Como lo leen, queridos seguidores de este infame espacio, el grupo lidereado por Francisco “Paco” García y que tiene como fiel escudero a Francisco “Paco” Aragonés, resultaron ser tan ineficientes como caros para los intereses de la administración tamaulipeca.
¿Y por qué el ácido comentario? se han de preguntar más de dos fieles seguidores de este espacio a quienes de inmediato se les contesta:
Este Clan resultó ser bastante ineficiente en su trabajo pues cuando la administración estatal estaba urgida de una clara y eficaz estrategia de comunicación para enfrentar la andanada de críticas que le comenzaron a caer por las medidas encaminadas a reducir la movilidad en los municipios de la entidad para detener la propagación del Covid-19, Los Pacos brillaron por su ausencia.
Cualquiera con dos dedos en la frente sabe que decidir restringir la presencia de personas en la calle, reduciendo, incluso, la cantidad de vehículos en circulación es una medida dura, impopular pero necesaria… mientras menos gente en la calle, menos contagios, no hay duda.
Si esta determinación viene acompañada del uso de la fuerza pública para obligar a la gente a que respete las disposiciones (que, al final, son tomadas para su propio bien), cualquiera con dos dedos en la frente iba a esperar críticas y muy duras por lo que se volvió obvio pensar que había que tener una estrategia de contención de daños entre la opinión pública.
Esta estrategia debía de contemplar campañas en redes sociales, boletines informativos, entrevistas con funcionarios explicando la necesidad de estas dolorosas medidas.
Es más, había que echar mano del montón de columnistas, reporteros de la fuente y editores a quienes bien que se les llama cuando se trata de golpetear a un contrincante político.
Obvio es que quienes deberían de diseñar y ejecutar esta estrategia no son el gobernador o la secretaria de Salud estatal, sino los encargados de Comunicación Social… o sea “Paco” García, “Paco” Aragonés y la tropa de inútiles que tienen bajo su responsabilidad y quienes bien que cobran como “enlaces” de las diferentes oficinas de gobierno.
Pero ¿hicieron esta chamba? ¿Prepararon alguna contención a la lluvia de críticas, memes y reclamos que le hicieron a su jefe?
¡Claro que no! Por lo que se vió, Los Pacos se la pasaron apoltronados en sus casas, viendo cómo las redes sociales se dieron gusto destrozando a la administración estatal que, ahora sí, sufrió las de Caín al enfrentar la crítica y el enfado social, por más injusto que pudiera haber sido.
Aquí es donde uno se pregunta: Si no están para defender a su jefe ¿entonces para qué están?
Si no pueden levantar el teléfono o mandar un WhatsApp al montón de columnistas y editores con los que tienen convenio para “darles línea” y defender las medidas por el Covid-19, (como evidentemente lo han hecho con otros temas), entonces ¿para que los quieren?
Después de todo estos convenios no son de dos pesos mensuales.
No es como si la existencia de este grupo resulta barata a las finanzas públicas, ganan bastante bien estos angelitos.
Hoy ha quedado demostrado que Los Pacos son tan ineficientes como caros.
Esto es a diferencia del equipo editorial de Hora Cero-impreso, sitios web www.horacero.com.mx y redes sociales-, quienes durante toda esta crisis han generado contenidos de alta calidad que han sido replicados en otros medios locales, nacionales e internacionales. ¿Qué tal el shampoo de Walmart?
Seguro muchas personas están esperando la opinión del columnista con todo este relajo de Javier Alatorre y sus llamados a la desobediencia civil.
Aquí lo único que se puede decir es que queda claro que la 4T tiene su propia mafia en el poder con medios favoritos incluidos.
Esto es porque por un lado tenemos al presidente todo mansito diciendo que “su amigo” Alatorre se equivocó al hacer el llamado a no hacerle caso a las autoridades y, por el otro, se tira a matar contra Reforma, El Norte y el Universal por publicar notas que no son de su agrado.
El asunto llega a niveles esquizofrénicos cuando vemos que el mandatario y sus seguidores se tiran a matar contra medios y comunicadores que antes los tenían en un pedestal, como Proceso, Carmen Aristegui o Brozo.
Queda claro que la vara con la que mide la 4T nunca es la misma.
Y ahora la gustada pregunta de la quincena: ¿A alguno de los que les bajaron el sol, la luna y las estrellas, ya cobraron el convenio que les prometieron?