Por más que quieran ignorarlo, es una realidad que la administración del presidente Enrique Peña Nieto enfrenta una de las peores crisis que ha tenido un primer mandatario mexicano en la historia reciente del país.
La gota que derramó el vaso, fue la publicación de una encuesta por parte del periódico El Universal la cual revela que un impresionante 63 por ciento del total de los mexicanos está en contra de las acciones realizadas por el gobierno federal.
Esto quiere decir que seis de cada 10 mexicanos consideran que Peña Nieto y sus colaboradores son un desastre, que no tienen idea de lo que están haciendo con el país y sus acciones sólo han traído incertidumbre y daños a la sociedad.
Los resultados de esta encuesta seguramente no cayeron nada en gracia al presidente de la República, quien al momento de la publicación se encontraba muy tranquilo vacacionando en una paradisiaca isla de la Riviera Nayarit.
Sin embargo, los resultados de esta encuesta pueden tomarse como benévolos, considerando lo caótico que ha sido este sexenio para el país, con un presidente que simplemente no ha podido tomar el timón y mantiene este enorme barco llamado México a la deriva.
Hoy tenemos a un sector de la sociedad que no le perdona al presidente de la República que nos haya mentido de manera tan impune y descarada en el tema de los incrementos a los precios de la gasolina y la luz eléctrica.
Aún resuenan en los oídos de los mexicanos los spots del entonces candidato Peña Nieto cuando aseguraba que gracias a las llamadas “reformas estructurales”, los “gasolinazos” y el aumento a los precios de la energía eléctrica no sólo iban a dejar de subir, sino que incluso iban a bajar.
Hoy la gente ve con desesperación y coraje que esto fue una falsedad. La gasolina está casi en 14 pesos el litro y el precio de la energía eléctrica se ha disparado a niveles que tienen a muchas personas en la disyuntiva de comenzar a utilizar velas para alumbrar sus casas.
La inseguridad, eterno dolor de cabeza de los mexicanos, también ha sido otra de las promesas rotas por parte
del actual gobierno, que había asegurado tenía la fórmula no solo para reducir la violencia que se vivía en el país, sino para regresarle a los mexicanos la paz perdida.
Pero las cifras de homicidios dolosos siguen en sus niveles más altos, el Ejército y la Marina no han podido regresar a sus cuarteles y los ciudadanos no sólo sufren con delitos de alto impacto como secuestro y narcotráfico, sino que ahora temen enfrentarse a asaltos, robos y atracos en sus negocios y domicilios.
¿Y qué decir del tema de las protestas de los maestros de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación?
En entidades como Chiapas y Oaxaca los empresarios están hartos de los bloqueos y los daños que les han traído a sus negocios.
Hubo quienes propusieron una huelga tributaria, declararse en ceros para no pagar impuestos al gobierno hasta que no hagan algo en contra de los maestros que tienen la economía de estas regiones, secuestrada.
Ahí sí la administración federal sacó las uñas, mostró músculo y amenazó a los empresarios, a quienes les advirtió que si se declaraban en cero falsamente, estarían cometiendo un delito y pagarían las consecuencias. Más de dos se preguntan en dónde está esa firmeza al momento
de negociar con la CNTE.
Los yerros de la administración de Peña Nieto pueden seguirse mencionando por docenas, sin embargo, hacerlo representaría páginas y páginas de periódicos.
Lo importante es que muy pocos en el país le tienen fe al presidente de la República, quien permanece como ausente, perdido en una dimensión personal donde cree que es el heredero de Juárez, de Díaz y de Madero.
Y lo que es peor: este gobierno está encerrado en una burbuja donde piensa que está bien aceptar mansiones de proveedores gubernamentales, proteger a los amigos de investigaciones criminales, permitir que gobernadores bananeros asesinen a periodistas o permitan que sean asesinados.
Peña Nieto está pagando la factura de su ineficacia como político y gobernante.
Quienes lo pusieron en el poder están pagando la cuenta de haber colocado en la posición más importante del país a una cara bonita que registra muy bien a cuadro, pero no tiene ni la menor idea de cómo sacarnos del atolladero en el que estamos.
Faltan dos años para que los mexicanos elijamos a un nuevo presidente, pero es tanta la prisa por quitarnos de encima a Peña Nieto, que desde ahora estamos “futureando” sobre quién podría ser una buena opción.
Hoy es el momento de los oportunistas, de los mercadólogos, de los científicos de la imagen pública que saben construir castillos en el aire y venderlos como fortalezas de hierro y cemento.
Cómo estarán de mal las cosas, que ya hay quienes hasta extrañan a Felipe Calderón, el mismo que hace poco más de cuatro años no bajaban de borracho y asesino.
Hoy que el país es un río revuelto, perversos pescadores preparan sus redes para llevarnos a todos al baile.
Hay que estar con los ojos muy abiertos y la mente muy despierta, pues siempre las cosas pueden ir peor.