Cuando este miércoles 18 de noviembre el gobernador Egidio Torre Cantú pronunció la frase: “Gracias. ¡Qué viva Tamaulipas!” para concluir el discurso de su quinto informe, comenzó la cuenta regresiva del sexenio y los diablos se desataron en busca de la candidatura del PRI.
En la ceremonia que tuvo lugar en Tampico se dio el banderazo de salida para que los siete aspirantes a sucederlo -porque el octavo está fuera de la jugada y se llama Ramiro Ramos Salinas-, tengan toda la libertad de moverse como la tuvo hace seis años Rodolfo Torre Cantú (QEPD).
Así es y será la política mexicana en tiempos preelectorales, cuando antes del quinto informe de un presidente de la República o un gobernador se respetan las investiduras, pero una vez concluido el acto protocolario ya no habrá simulación que valga.
Alejandro Etienne, Edgar Melhem, Baltazar HInojosa, Alejandro Guevara, Mercedes del Carmen Guillén, Marco Antonio Bernal y Enrique Cárdenas, cada uno tendrá oxígeno suficiente para la carrera que tiene como meta enero o principios de febrero, no más.
Contrario a las últimas tres sucesiones pasadas, nunca como este 2015 hay tantos apuntados con reales posibilidades de levantar el brazo de ganador de la primera etapa, porque la segunda y definitiva es el domingo 5 de junio del próximo año cuando se abran las urnas para elegir gobernador.
En 1998 solamente Bernal y Oscar Luebbert hicieron fintas para disputarle la candidatura tricolor a Tomás Yarrington Ruvalcaba, porque la decisión ya estaba tomada por parte del entonces ejecutivo estatal, Manuel Cavazos Lerma.
Pero en 2004 hubo uno que se adelantó y tropezó: Homero Díaz Rodríguez, quien fue secretario general en el sexenio yarringtoniano. Se dice que el entonces gobernador le dio cuerda sólo para chamuscarse, pues el favorito era Eugenio “Geño” Hernández Flores, ex alcalde de Ciudad Victoria y ex diputado federal.
En ese año, de nuevo Luebbert levantó la mano y fue enviado a la congeladora. Tenía todo el bagaje pero no las simpatías de Yarrington que lo tuvo en su gabinete como secretario de Desarrollo Social y Educación, hasta que se deshizo de él porque era un mezquite que hacía mucha sombra.
En 2010 se registró el lamentable y sonado asesinato -por cierto, aún sin esclarecerse y sin detenidos-, del doctor Rodolfo Torre Cantú. Y ni Luebbert ni Bernal se apuntaron.
Esta vez la caballada del Revolucionario Institucional está muy gorda y ninguno parece tener todas las canicas en la bolsa.
Etienne es el alcalde de Victoria y se muestra institucional sin margen de maniobra para placearse por cada rincón de Tamaulipas; igual está Guillén en Tampico.
Todo lo contrario están Guevara y Bernal que desplegaron campañas mediáticas, digitales y con espectaculares al filo de la navaja y bajo la lupa de las instancias electorales.
Hinojosa y Melhem dedican más tiempo a su trabajo legislativo en el Congreso de la Unión, con un ojo puesto en el reloj que avanza para cuando salga humo blanco. Mientras Cárdenas anda desatado y sin freno queriendo hacer amarres con otros aspirantes a su favor.
Así está Tamaulipas. Nada para nadie cuando el humo todavía no sale de la chimenea tricolor.