Estaba un día El Apuntador decidiendo si las vacaciones de verano las iba a pasar en su bungaló en las playas de Tailandia o en la Riviera Francesa y recordó que apenas tiene dinero suficiente para un pollito asado en la Playa Bagdad, cuando un amigo le mandó un mensaje advirtiéndole de unas llamadas raras que han recibido un grupo de compañeros.
Para quienes no se sepan el chisme ahí les va con detalles, sirve que se van preparando y así no tienen una desagradable sorpresa.
Resulta que en días recientes, un grupo de periodistas de la entidad, especialmente algunos de Reynosa y Ciudad Victoria, han recibido una serie de llamadas telefónicas donde personas que se identifican como integrantes de un grupo delictivo los han querido extorsionar.
Por irónico que lo anterior pueda sonar (periodistas extorsionados ¿en serio?) la cosa es bastante seria, no es de risa.
De acuerdo con algunos de los afectados, quienes obviamente pidieron el anonimato, no vaya a ser la de malas; el primer contacto es quesque para pedirles informes para comprar publicidad en los portales informativos que administran.
Sin embargo, en un momento de la conversación las cosas se ponen feas pues el interlocutor les avisa que tienen que dar cierta cantidad de dinero, de lo contrario, sus familiares sufrirán las consecuencias.
Hasta aquí la cosa podría no tener la mayor importancia, basta que el afectado cuelgue y no vuelva a contestar la llamada que, en muchísimos casos, siempre resulta ser una vacilada sin consecuencias.
El problema es que los extorsionadores identifican el nombre del reportero, el de sus familiares, sus domicilios y -ojo- cuánto obtienen por convenios de publicidad con el Gobierno del Estado o las autoridades municipales.
Hasta ahora ha sido una docena de periodistas los que han recibido este tipo de llamadas y quienes se han manifestado muy preocupados porque, después de todo, la identidad de las personas que tienen un convenio publicitario y cuánto obtienen por el mismo son datos que normalmente están guardados bajo tres candados.
De hecho, es un puñado de personas quienes tienen acceso a información tan detallada de los periodistas que poseen un convenio de publicidad, algo que, tiene que decirse, no tiene nada de ilegal.
En todo caso el problema es cuando los encargados de asignar estos contratos, en este caso “Los Pacos”, utilizan estos convenios como una forma para obligar a la prensa a no criticar la administración estatal.
Y pior (que es peor que peor), lo que sí sería ilegal es que alguien en el equipo de “Los Pacos” esté “inflando los montos de los convenios publicitarios para quedarse con una parte, una práctica que, dicen las malas lenguas, se aplica desde hace décadas en Tamaulipas.
Además, curiosamente, algunos de los que recibieron estas llamadas han estado publicando mucha información relacionada con el proceso de desafuero del gobernador del Estado y la pruebas que las autoridades federales han presentado en su contra respecto a su enriquecimiento inexplicable.
Es por ello que algunos reporteros sospechan que la lista de los nombres y los montos de los convenios de publicad pudiera haber salido de un cajón de un escritorio de la oficina de Comunicación Social de Reynosa.
¿Serían capaces Los Pacos de algo así? ¡por supuesto que sí!
Por otra parte hay quienes quieren acusar a otros compañeros de los medios de ser los responsables de pasarle estos datos a los delincuentes. Algo que no debería de extrañar a nadie considerando que una de las prácticas favoritas de Los Pacos es utilizar a los reporteros para golpear a sus antagonistas.
Lo importante es que ya se han interpuesto las denuncias correspondientes y la gran mayoría identifica el número telefónico 8993346329, radicado en la ciudad de Reynosa, como la fuente de las extorsiones.
La versión oficial es que este teléfono ya es investigado por el área contra el secuestro y la extorsión de la Fiscalía Estatal.
¡SALIMOS EN LA PORTADA DE EL NORTE!
Pasando a otros temas estaba el columnista muy quitado de la pena navegando por Internet cuando, de pronto, se encontró con la sorpresa que El Norte había publicado en portada no una, ni dos, ¡sino tres fotografías propiedad de Hora Cero!
Como lo leen queridos lectores, resulta que el periodicote presentó tres imágenes que originalmente aparecieron en Hora Cero como parte de un reportaje donde se reveló, por primera vez en la historia, de la existencia del rancho El Rincón y El Mirador, ambos propiedad del gobernador de Tamaulipas.
Por supuesto que El Norte no se tomó la molestia de darle crédito a esta casa editora por la propiedad de las fotografías porque, y eso lo tomaron como excusa, las imágenes estaban en la presentación de pruebas que la Unidad de Inteligencia Financiera presentó a los diputados federales que analizan el desafuero del mandatario.
De hecho, las autoridades federales tampoco le dieron crédito a Hora Cero por las imágenes, algo que, la verdad, no molesta en lo absoluto a nadie en esta casa editora.
¿Y por qué no molesta? Porque lo más chido es que, al apropiarse de esas fotos, el órgano oficial más elevado de la lucha contra la corrupción, reivindica a Hora Cero y sus investigaciones, demostrando que antes que todos los que ahora andan muy activos sacando los trapitos al sol al mandatario, esta casa editora demostró con pruebas y testimonios lo que estaba sucediendo.
Nadie sabe qué es lo que va a pasar en este entuerto legal, pero nadie nos va a quitar que el material producto del trabajo periodístico realizado por esta casa editora está siendo utilizado para exhibir y procesar posibles delitos.
Aún está presente en la memoria de muchos cómo en aquellos años sobraban los trompetistas y paleros alentados por el dinero de Los Pacos quienes denostaban a Hora Cero, diciendo que estábamos difamando al entonces candidato.
Hubo quienes, llevando su servilismo al límite, marcaron distancia de este medio, cortando incluso lazos de amistad, temerosos de las consecuencias que podría traerles a su bolsillo estar relacionados con la marca Hora Cero.
Hoy que todos usan las pruebas que este medio presentó hace años para denunciar lo que hace años era público, no hay más que satisfacción de ver cómo más de dos se ponen verdes del coraje y la envidia al darse cuenta que sus funestos pronósticos del fin de este medio fallaron de a feo.
Es triste ver que el trabajo genera tanta tiña… pero también es chistoso ver cómo sobran quienes están muy al pendiente de lo que hacemos, listos para señalar cuando cometemos un error o, al menos, lo que ellos consideran un error.
Lo más gracioso que es siempre, al final, el tiempo demuestra que aquí no mentimos y no nos equivocamos.
Y ahora sí, va la gustada pregunta de la quincena: ¿Habrá alguien quien crea que la lista de convenios publicitarios no salió de la oficina de Los Pacos?”.