Los grandes espíritus se templan en el yunque del dolor. Es imperioso probar el acíbar para deleitar con fruición el placentero sabor de la miel. Fue necesario que, luego de resonantes triunfos, Hora Cero cruzara la prueba de fuego para llegar a sus veinticinco años con pleno vigor y fortaleza. Resistir con serenidad los embates y mantener enhiesta la oriflama de la libertad de expresión, piedra angular de la justicia social, para ir por otro cuarto de siglo con la frente muy en alto.
La gavilla de villanos que asaltaron el poder en Tamaulipas ostentándose como nobles caballeros, han vuelto a sus rediles en espera de que sobre ellos caiga el peso de la justicia, que puede tardar; pero que habrá de llegar un día. Utilizaron todo el poder puesto a su disposición para doblegar a Hora Cero y el gran equipo de profesionales que la hace posible, primero mensual y ahora quincenalmente. El tiempo ha puesto a cada quien en su lugar.
La celebración de los 25 años de Hora Cero fue la gran fiesta de la fraternidad de hombres de bien que aman a su terruño y están dispuestos a emprender cualquier acción que permita su recuperación luego de la noche oscura de la simulación, el saqueo y el pillaje. En esta fiesta celebrada con gran júbilo estuvieron hombres y mujeres de bien, todos hermanados por los valores y principios que hacen del pueblo mexicano una nación con gran señorío.
Se recordaron los comienzos azarosos, las dudas y los momentos de titubeo; pero, también la prisa con la que se fue dando la consolidación de una empresa novedosa que irrumpió en el mundo de la comunicación en la frontera tamaulipeca para romper paradigmas y anidarse en el sector más dinámico, el mundo empresarial, sin olvidar los compromisos de todo medio de comunicación masiva con la sociedad a la que sirve.
Se rindió un merecido reconocimiento a quienes han aportado esfuerzo y talento para colocar a esta publicación gratuita en la preferencia de los lectores. La alegría reinó durante todo el evento e hizo más sólidos los lazos de entendimiento y camaradería. No hubo cabida para el recuerdo de los tragos amargos que se vivieron durante las épocas recientes en que el poder público fue usurpado por una camarilla de bribones disfrazados de aristocracia.
Se lamenta que fuera una pesadilla muy prolongada y muy dañina. Seis años de un régimen de corrupción y atraco son muchos, más cuando los perjuicios perduran y el avance en la restauración es lento y penoso. El pueblo de Tamaulipas sufrió los estragos provocados por la locura y megalomanía de un enfermo que pudo llegar al poder montado en la ola azul que tanto perjuicio causó al país y a los paisanos. Ahora, ese pueblo ha recobrado su poder de decisión y avanza hacia el progreso con bienestar.
De la misma manera que Hora Cero y sus creadores pudieron llegar al cuarto de siglo de fructífera existencia con fortaleza para ir por más, el pueblo de Tamaulipas y en especial de la comarca fronteriza, ve con esperanza el futuro porque está cierto de que con la Cuarta Transformación de la vida institucional vendrá un porvenir venturoso de bienestar, progreso y justicia social en el que el hombre deje de ser el lobo del hombre para ser el hermano solidario y justo.
Muy a su estilo, los malhechores quieren escapar de la justicia asumiendo el papel de víctimas. Aseguran que son perseguidos políticos, cuando en realidad son políticos perseguidos por el abuso del poder y por las atrocidades que perpetraron cuando se apoderaron de los cargos públicos y de representación popular. Con cinismo y perfidia se erigieron en reyezuelos cuyo despotismo no tuvo límite, ahora se dicen acosados.
La prensa libre y democrática padeció hostigamiento y persecución. Soportó con estoicismo los embates y ha salido fortalecida, como Hora Cero en su jubileo por 25 años de servicio ininterrumpido. Ahora que la mano de la justicia se extiende en busca de los malhechores, que cuando menos exhiban un poco de dignidad y acepten sus culpas. Quizá ello podría redimirlos.