La tortilla, pilar de la dieta mexicana y símbolo cultural de la identidad del país, ha visto su precio dispararse en la última década, pasando de ser un alimento accesible a convertirse en una preocupación económica para millones de familias. En tiempos de la 4T, de 2018 hasta 2025, el costo del kilo de tortilla ha aumentado de manera alarmante, lo que se ha traducido en un golpe directo al bolsillo de los mexicanos, especialmente de aquellos con menos recursos, que dependen de este alimento básico para su sustento diario.
En diciembre de 2018, al inicio del sexenio de Andrés Manuel López Obrador, el precio promedio del kilo de tortilla en México rondaba los 13 pesos en tortillerías, según datos del Sistema Nacional de Información e Integración de Mercados (SNIIM). Para diciembre de 2020, este costo ya había escalado a 17 pesos promedio a nivel nacional, un aumento del 30.77% en dos años. Sin embargo, la tendencia se aceleró en los años siguientes. En septiembre de 2024, último mes del sexenio de AMLO, el precio promedio nacional alcanzó los 24 pesos, y para junio de 2025, según el SNIIM, se situó en un promedio de 28 pesos, con variaciones regionales que lo llevaron a superar los 30 pesos en Estados como Tamaulipas, donde el precio más barato se encuentra en Ciudad Victoria, con el kilo a 24.50 pesos, y el más caro en Matamoros, donde el kilo se vende en 30.75 pesos. En Reynosa y el resto del Estado, el promedio es de 28 pesos por kilo.
En apenas siete años de Morena y sus aliados en el poder, el precio del alimento básico de los mexicanos pasó de $13.00 a $28.00 pesos, es decir, un crecimiento aproximado del 115%, superando con creces la inflación acumulada en el mismo periodo, que según el INEGI fue de alrededor del 49.50% hasta 2025. Este aumento desproporcionado ha hecho que, en términos reales, el poder adquisitivo de los mexicanos para comprar tortillas se haya reducido significativamente. En 2018, con un salario mínimo diario de 88 pesos, se podían adquirir cerca de 6.7 kilos de tortilla; en 2025, a pesar del aumento del salario mínimo a 278 pesos, apenas se alcanzan 10 kilos, lo que refleja una mejora relativa, pero insuficiente para compensar el encarecimiento general.
El alza en el precio de la tortilla en México es el resultado de una tormenta perfecta de factores económicos, climáticos, políticos y de seguridad. La sequía, agravada por el cambio climático, ha mermado la producción de maíz blanco, con una caída en Sinaloa —el principal Estado productor de maíz en México— de 5.5 millones de toneladas en 2022 a 1.7 millones en 2025.
México consume alrededor de 46 millones de toneladas de maíz, tanto blanco para consumo humano como amarillo para forraje animal o uso pecuario. A nivel nacional, se ha pasado de producir un promedio de 27 millones de toneladas anuales a 23.5 millones en 2024, de las cuales 20.5 millones corresponden a maíz blanco y 3 millones a maíz amarillo. Esta situación ha provocado una creciente dependencia de importaciones, principalmente de Estados Unidos, que pasó de exportar a México 19 millones de toneladas en 2023 a 23 millones en 2024. A esto se suman los crecientes costos de insumos como gas, electricidad y combustibles, así como el cobro de piso y cuotas por parte del crimen organizado en muchas regiones del país.
La tortilla es más que un alimento; es un elemento cultural y social que une a las familias mexicanas. Según la UNAM, el 84.9% de los hogares consume tortillas diariamente, lo que se traduce en un consumo promedio mensual de 6.25 kilos —250 tortillas— por mexicano, equivalente a 75 kilos —3,000 tortillas— por persona al año.
El encarecimiento de este producto afecta especialmente a las familias de bajos ingresos, que destinan una proporción mayor de su presupuesto a alimentos básicos, y contradice el lema de la 4T de “primero los pobres”, ya que una familia promedio de 4 a 6 miembros consume 26 kilos al mes. En 2018, esa cantidad se compraba con 338 pesos, mientras que actualmente una familia gasta 728 pesos mensuales en la compra de las tortillas que consume en el hogar.
El pasado 12 de junio, en Palacio Nacional, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, anunció la firma del Acuerdo Nacional Maíz-Tortilla con productores, comercializadores, harineros, nixtamaleros y tortilleros, con el objetivo de mejorar la cadena de producción y mantener los precios. La primera meta es estabilizar e ir bajando paulatinamente el precio hasta lograr una reducción del 5%, para en tres o cuatro años alcanzar otro 5%, sumando un total del 10% como meta sexenal. La expectativa del Gobierno Federal es que, en los próximos meses, en zonas donde la tortilla se vende a 20 pesos por kilo, se pueda reducir a 19 ó 18 pesos al final del sexenio.
En México operan poco más de 115 mil tortillerías. Ya veremos en los próximos meses si estas metas del gobierno se logran, aunque se ve difícil, según lo que ha informado Homero López García, presidente del Consejo Nacional de la Tortilla —organismo que no se adhirió al plan presidencial y que aglutina a 65 mil miembros— y de quien hablaremos en nuestra siguiente columna, donde abordaremos los retos y dificultades que enfrenta el sector en México.
