Para lograr ser la primera mujer paracaidista de las Fuerzas Armadas de México, María de los Angeles Contreras Reboyar tuvo que soportar humillaciones y agresiones psicológicas de sus compañeros y jefes.
Siempre había querido ser la primera en algo, ya fuera una actividad cultural o deportiva, pero María de los Ángeles Contreras Reboyar jamás se imaginó que sobresaldría en una disciplinada institución dominada por los hombres como el Ejército Mexicano y mucho menos en el paracaidismo.
Con esfuerzo, voluntad y desafío, decidió ir contra las normas sociales de antaño en donde veían a la mujer sólo como un ama de casa o madre de familia en donde el único trabajo al que podía aspirar, era al hogar.
De adolescente no se cansaba de admirar a las mujeres profesionistas que salían en una sección llamada Ellas en Primer Plano de la revista Vanidades, fue cuando le nació la inquietud de sobresalir y ser reconocida en alguna actividad.
Sin embargo, como provenía de una familia humilde de Acámbaro, Guanajuato, en ese tiempo no tenían dinero para estudiar lo que se practicaba comúnmente: natación, ballet, guitarra o piano.
“En ese tiempo erróneamente nuestros padres nos decían: ‘no estudies, porque eres vieja; te vas a casar y te van a mantener’, lamentablemente muchas mujeres aceptaron la voluntad de otros, pero yo me aferré a querer estudiar”, comentó.
A los 18 años llegó al Distrito Federal, y comenzó sus estudios en la Escuela Militar de Enfermeras, cuando se recibió comenzó a ejercer en el Hospital Militar de Chihuahua.
“Recuerdo que alguna vez le dije a un hombre paracaidista que yo también quería aprender y lanzarme desde el aire, me contestó que el paracaidismo era exclusivo de los varones.
“Cuando me dijo eso, rápidamente le contesté que me enseñara un manual o reglamento en donde estuviera estipulado que era exclusivo para los hombres”, recordó.
A COMO DE LUGAR…
Su aspiración de surcar los cielos en caída libre tomó fuerza cuando dieron de alta en el Ejército a Diana Olea, una paracaidista deportiva que se lanzaba unas dos o tres veces al año con la brigada de salto libre, sin embargo, ella no era militar.
Comenzó a idear cómo mandaría su solicitud para unirse a una antigüedad de hombres paracaidistas, pues si mandaba la petición por los conductos regulares, el Estado Mayor la perdería.
Fue en Ciudad Cuauhtémoc, Chihuahua donde comenzó la historia de aquella joven militar que estaba dispuesta a desafiar el sistema con tal de convertirse en paracaidista.
En la comunidad antes señalada hicieron unas instalaciones y el general secretario Hermenegildo Cuenca Díaz, Ministro de la Defensa Nacional en el sexenio de Luis Echeverría, habría de inaugurarlas.
Mandaron una ambulancia asistencial con un médico y una enfermera. Esa enfermera era Contreras Reboyar.
Pidió permiso al director del hospital para hablar con el general Cuenca, pero cuando el titular del nosocomio supo de qué se trataba le dijo que necesitaba un psiquiatra, ella le contestó que primero le consiguiera una entrevista y después acudiría con ese especialista.
“No me corrieron los conductos y ya se iba la camioneta de mi General Secretario, comencé a correr por toda la pista y me detuvo el comandante de la zona, le pedí permiso de hablar con mi general y éste accedió.
“Le solicité hacer el curso básico de paracaidistas en la brigada de fusileros paracaidistas, se me quedó viendo un momento y luego me dijo: ‘tienes mi autorización; mándame tu solicitud por escrito’, fue así que comenzó mi adiestramiento”, precisó.
Cuando parecía que el mayor de los obstáculos estaba vencido, un mes después comenzaron las agresiones psicológicas hacia su género.
El encargado de la brigada, con tono irónico, le preguntó a qué iba, ella contestó tajantemente que esa pregunta podía ser respondida si revisaba sus documentos.
“Me contestó: ‘¿Usted, paracaidista?, no me haga reír!’, le dije que eso no se lo permitía y que cuando me demostrara que no podía ser paracaidista, entonces, sí se podía burlar.
“Fue muy difícil porque el adiestramiento físico era muy demandante y aparte tuve que soportar ciertas agresiones psicológicas por ser mujer. A diario me decían que me largara a mi hospital y que le dejara el paracaidismo a los hombres”, señaló.
LISTA PARA HACER HISTORIA
Normalmente los paracaidistas hacían su curso teórico en tres meses y el salto se realizaba cada año. Se necesitaban hacer cinco saltos para poder estar acreditados; Contreras Reboyar junto a otras dos compañeras lo hicieron en dos meses y una semana.
Cuando estaban por terminar los dos meses de adiestramiento, había un grupo de paracaidistas a quienes les acababan de autorizar los saltos, entonces les dieron una semana de curso intensivo para que aprovecharan el avión que habría de salir con ese grupo anterior.
El curso básico fue con el paracaídas T-10 de cuerda estática, posteriormente se realizaban prácticas en nieve, agua, montaña y otros terrenos.
Contreras Reboyar hizo ocho saltos durante su estancia en la Ciudad de México, cinco para acreditarse y otros tres por gusto.
“Hice los cinco saltos y me gradué en diciembre de 1975, al año siguiente saltó una nueva antigüedad y fui a verlos, pero como muchos me conocían, me invitaron a saltar y lo hice.
“Recuerdo que esa vez me lastimé un tobillo y me amonestaron porque había saltado sin autorización de mis jefes, pero en 1977 solicité un permiso y me aventé dos veces más, en total fueron ocho”, indicó.
Aseguró que gracias a su voluntad y a que, a pesar de ser mujer, algunas personas la apoyaron, pudo concluir con éxito su curso de paracaidismo.
En principio su hazaña no le hizo merecer ningún reconocimiento, inclusive Contreras Reboyar estuvo en la sombra durante 39 años después de lograr convertirse en la primera mujer paracaidista de las Fuerzas Armadas.
Sin embrago, hace algunos años se enteró que ella fue la precursora para que ocho años después se autorizarán los cursos de paracaidismo a las estudiantes de la Escuela Militar de Enfermeras.
Contreras Reboyar se convirtió en la primera mujer paracaidista debido a que fue la primera, de tres, en saltar del avión, gracias a su grado en el Ejército.
“En la antigüedad éramos tres mujeres, había una soldado llamada Estela, la sargento Clara y yo que era teniente, fui la primera en saltar del avión, luego la sargento y después la soldado”, detalló.
DE LA SOMBRA A LAS EXPOSICIONES
Luego de ver un grupo de mujeres paracaidistas de las Fuerzas Armadas en la televisión, Contreras Reboyar sacó fotos y documentos del baúl de los recuerdos y se dirigió a la oficina del general comandante de la brigada de paracaidistas.
“Me encontré a un compañero y le dije que yo había estado en la brigada hacía 39 años y había soportado todo lo que los hombres aguantan en el curso y no era justo que nadie supiera de mi existencia.
“Después esa persona platicó con la teniente coronel que era la jefa del observatorio en el 2015 y le propuso que en la línea del tiempo de la brigada de paracaidistas, en las exposiciones, se pusiera un módulo mío”, refirió.
Es así como en cada exposición de las Fuerzas Armadas que ha recorrido diversas ciudades del territorio mexicano, se expone el uniforme y fotografías de la primera mujer paracaidista de la institución.
“Ahora me invitan a que vaya a las inauguraciones y clausuras de las muestras de Fuerzas Armadas, es algo muy bonito que me llena de satisfacción, porque puedo compartir mi historia con la gente”, dijo.
Su participación en las exposiciones se ha incrementado a solicitud de los visitantes, pues al ver el módulo de Contreras Reboyar preguntan por ella.
“Después de dijeron que si podía acompañarlos los fines de semana porque la gente veía las fotos y preguntaban por mí, entonces fue por lo que empecé a acompañarlos en los lugares cercanos.
“Siempre se me acercan periodistas y me quieren entrevistar, pero como nosotros debemos de seguir un protocolo, les digo que vayan a comunicación y pidan permiso, luego nunca regresan, se me hace que no les dan”, añadió entre risas.
ACONSEJA A NIÑOS Y JOVENES
Contreras Reboyar siempre ha sido una persona que hace las cosas por reto y amor propio que por convencimiento y desde niña pensó que como mujer tenía la capacidad de razonar, discernir y decidir sobre lo que quería para su vida.
Por eso en las exposiciones de Fuerzas Armadas le gusta compartir su historia con las niñas y aconsejarlas de que ellas pueden hacer lo que se propongan.
“Les digo a las niñas que pueden hacer cualquier cosa, mientras lo que quieran hacer sea positivo y tengan la capacidad, se pueden desarrollar en cualquier profesión, bellas artes o deporte”, apuntó.
Señaló que contrario a su época de niñez y juventud en que la mayoría de oficios eran limitados para las mujeres, ahora se pueden desarrollar e incursionar en muchas áreas, hasta en el Ejército.
“Es una lucha de poquito a poquito, como todas las luchas para cambiar mentalidades y situaciones, siempre tiene que ser despacio, no se puede cambiar una forma de pensar de siglos en unos cuantos días.
“Les digo a los jóvenes que acepten que la mujer se tiene que preparar y ser autosuficiente, porque ya un hombre solo no puede sostener a una familia completa”, puntualizó.
Asegura que es difícil cambiar mentalidades y derribar estereotipos, pero es necesario cambiar la mentalidad del machismo y dejar que las mujeres tengan las mismas oportunidades que los hombres.
Mientras esa lucha se da en los diversos sectores sociales, ella disfruta del reconocimiento de la gente y desde su módulo en las exposiciones de Fuerzas Armadas se muestra como ejemplo para los mexicanos.
“El reconocimiento de la gente es un orgullo y honor, realmente nunca pensé que fuera tan maravilloso”, enfatizó.
Las mujeres de avanzada edad se enorgullecen de que Contreras Reboyar haya puesto en alto al género en esa época.
“Hace poquito una mujer que se veía preparada, junto con su esposo e hijos me preguntó qué se sentía ser tan famosa.
“Le contesté que no me sentía de esa manera, sino más bien privilegiada de que pude hacer lo que hice en el momento en que la mujer no tenía mucha oportunidad y ahora me siento más orgullosa de poderlo compartir con las personas”, acentuó.
Ahora María de los Angeles Contreras Reboyar es una coronel de 67 años retirada de sus funciones en la milicia, pero que con orgullo comparte desde su trinchera el ejemplo que cuando las cosas se quieren hacer, se hacen.