Los enfrentamientos entre grupos armados y elementos federales han causado que diversas actividades en la ciudad, –laboral, económica, social, deportiva– se reduzcan de manera tajante. La gente, asustada, se mete a sus casas más temprano y las calles se observan desiertas.
El ruido de los motores de helicóptero se funde a veces con el traca-traca-traca de los rifles de repetición AR-15 y AK-47 que llegan con el caer de la noche.
Cada uno de estos aparatos, cuando suelen volar bajo, interrumpen la tranquilidad de la ciudad y ponen en alerta a todos.
De repente se escuchan detonaciones, no muy lejos. Es el estruendo de granadas y armas de fuego.
Las persecuciones ya son el pan de cada noche en las últimas semanas.
A lo lejos se escucha el intercambio de metralla y la gente intenta adivinar el rumbo de los encontronazos y de los protagonistas. No sabe si son militares contra delincuentes o delincuentes contra delincuentes que disputan el control de la plaza.
La poca gente que aún anda afuera presta atención, confirma sus sospechas y enseguida se apresura para ponerse a buen resguardo.
Sin sonidos de tambores que anuncien la batalla, ésta llega de pronto, sin avisar a nadie, a bordo de camionetas pick-up que pasan a toda velocidad zizagueantes por las avenidas.
El empleado de una miscelánea revisa su teléfono celular, apaga las luces, se sale del local, baja la cortina de acero y pone los candados.
Dice que si hay persecuciones, como quiera ya nadie irá de compras.
Sube a su viejo auto Chevrolet blanco con placas regularizadas y se marcha.
En menos de un mes, una de las urbes fronterizas con mayor auge de México dio, literalmente, un giro violento y un retroceso de seguridad alarmante, tras la guerra que se desencadenó con el fallecimiento de Julián Manuel Loisa (o Loaiza) también conocido como el “Comandante Toro” el 22 de abril pasado, uno de los líderes del Cártel del Golfo.
Los cruentos combates que en 2010 tuvieron su momento más álgido, –convirtiendo las calles de Reynosa, Tamaulipas, en una zona de terror– regresaron las últimas semanas y la confianza que se había recuperado prácticamente volvió a perderse.
Al anochecer bulevares como el Hidalgo, Morelos, Del Maestro, Las Fuentes y Mil Cumbres, así como otras vialidades de considerable tráfico presentan mucho menos flujo de vehículos comparadas con anteriores meses. De madrugada éste es casi nulo.
La inseguridad se percibe en el ambiente por todos lados, y resulta raro ver calles vacías como la 20, la Rosalinda Guerrero o la avenida Las Torres.
Del mismo modo otros sectores que con normalidad son muy transitados como Villa Florida, Jarachina Sur, La Juárez y La Joya han estado solitarios. Es una realidad palpable y al mismo tiempo ineludible de ignorar.
En la colonia Almaguer a las nueve de la noche el silencio perturba. La engañosa tranquilidad se interrumpe de vez en cuando por el paso ocasional de las unidades que circulan sobre la carretera a Matamoros. Algunas de ellas son del Ejército Mexicano.
El ruido de disparos, intercambio de ráfagas de metralletas, sirenas, rechinar de llantas y los helicópteros de la Marina Armada de México son ruidos que han venido adquiriendo carta de naturalización en esta frontera desde semanas atrás.
GOLPE A LA ECONOMIA Y A LA LIBERTAD
Los negocios bajan más temprano sus cortinas de acero, eso si corriste con suerte de no ser asaltado antes. Las empresas dan salida a sus empleados más temprano que de costumbre. Los planteles escolares suspenden clases. Las rutas de transporte público terminan antes sus turnos.
En Internet pululan las publicaciones con pruebas de la ciudad ‘ardiendo’. Las autoridades piden a la comunidad no salir de su domicilio y alejarse de las ‘situaciones de riesgo’.
Esta psicosis ciudadana se alimenta directamente de los incidentes sangrientos que se produjeron durante el último mes, por el robo de vehículos y también los bloqueos.
La mayoría de las actividades han sido trastocadas por esta causa. La población no tiene confianza de circular por las calles con libertad.
El miedo y la inseguridad se respiran en un territorio cada vez más militarizado: contingentes van y vienen por todas partes; sin embargo, las hostilidades entre éstos y las organizaciones criminales continúan.
En redes sociales se divulgan abiertamente los enfrentamientos y la pugna que tienen diversos bandos delincuenciales para hacerse del control de la plaza.
Por eso es que a diferencia de otros años, en los que el caos no trascendía a nivel nacional e internacional, hoy los principales espacios informativos de México y las grandes televisoras publican lo que ocurre en Reynosa, que al día de hoy es catalogada como una de las ciudades más peligrosas del país, de acuerdo con el Sistema Nacional de Seguridad Pública.
NI PA’ DONDE HACERSE
Las imágenes de la contienda que tiene sumido este municipio de Tamaulipas en un escenario comparado por analistas con la ingobernabilidad y la anarquía en Siria, han dado la vuelta al mundo, mostrando personas abatidas en centros comerciales, vehículos baleados y tiendas de conveniencia incendiados.
Las empresas de capital extranjero han detenido sus inversiones hasta no ver que amaine la inseguridad y retorne la tranquilidad.
En diversas colonias comienzan a observarse viviendas abandonadas, de familias que se están yendo, huyendo por el miedo.
Pero más allá de que esta localidad en la frontera sea vista como un escenario de guerra, con ejecuciones al puro estilo del Oriente Medio, para sus habitantes (los que se han quedado y no tienen la forma de estar más seguros) es triste observar cómo el lugar donde viven ellos y sus hijos se sigue deteriorando por la ola de violencia.
Según dan cuenta aquellos que desempeñan un oficio de calle, muchos ámbitos de la vida citadina se han visto afectados.
LOS OJOS DE LA BATALLA
José Luis es despachador de gasolina en la colonia Esfuerzo Nacional y testigo de uno de los tantos tiroteos que han sacudido a Reynosa.
Relata que la mañana del 9 de mayo pasado se encontraba trabajando cuando comenzó a escuchar detonaciones muy cerca del hospital Materno Infantil. Afirma que las balas zumbaron por su cabeza.
Él se salvó, pero una de éstas asestó en el pecho de un hombre que desayunaba en una taquería, convirtiéndose en otra de las víctimas inocentes que perecen en un enfrentamiento.
Nervioso, cuenta que corrió a refugiarse en una pequeña oficina de facturación ubicada a un costado de la gasolinera, dentro de un Seven. Tirado en el suelo esperó a que dejara de caer aquella “lluvia de fuego”.
Después salió y observó un escenario sumamente desolador: muchas patrullas, desconcierto, gente arremolinándose y un comensal en un charco de sangre.
Con el rostro desencajado afirma que, en medio del descontrol, sobre la carretera Reynosa–Monterrey había un vehículo con personas muertas y le llamó a su esposa para avisarle que estaba bien.
“Está peligroso, está canija la situación. Al señor que mataron ahí en la taquería apenas le acababan de servir su plato cuando le dieron.
“Pues yo sí había presenciado situaciones de riesgo, pero nunca tan cerca, se oían pasar las balas aquí arribita de uno. Los federales le iban tirando a un vehículo con la metralleta y los delincuentes también disparaban hacia acá. ¡Está perra la cosa!”, reitera asustado.
Ese día las autoridades informaron que murieron cinco personas en Reynosa, entre ellas un elemento policiaco. Paradójicamente tres años antes, un 9 de mayo pero de 2014 se registró otra balacera donde fallecieron cinco hombres con armas exclusivas del Ejército y también un agente federal.
CoMO LO PERCIBEN ELLOS
Los ciudadanos, aquellos que desempeñan un oficio en la calle, dan cuenta de las afectaciones que se han causado por los sucesos violentos en Reynosa.
Los franeleros que ayudan a estacionar los vehículos en el centro comercial Smart Morelos manifiestan su temor.
Don Julián expresa que para las nueve de la noche ya casi no se observan personas en la calle.
“Nosotros entramos al turno a las tres de la tarde y como para las ocho y media ya estamos fuera, porque nomás empezaron a pasar estas cosas y la gente dejó de venir.
“Allí en frente en Soriana estuvo peor, por la balacera (donde dos personas fueron abatidas) y pues la piensa uno porque vienes al trabajo con miedo. No queda otra que resguardarse y rezar para no morir por una bala perdida.
“El encargado de nosotros dice que debemos irnos temprano, porque está canijo. Normalmente estábamos aquí hasta las 11 y pos con estas cosas, casi no hay propinas”, lamenta.
El anciano, que tiene 12 años dedicándose a acomodar carros, describe que las estaciones de gasolina “ya cierran temprano” y las farmacias también.
“Ojalá esto se componga, porque ya no sabe uno si sale vivo de su casa y lo van a traer muerto”, considera.
A TODOS AFECTA
Por otro lado, el empleado de un negocio de pollo frito, ahí mismo sobre el bulevar Morelos, dice que él y sus compañeros están temerosos por la inseguridad.
Comenta que laboran en un local rodeado de cristales y lo único que pueden hacer cuando hay balazos es tirarse al suelo. Detalla que en su trabajo cierran una hora más temprano para no exponer al personal.
“Como quiera para las 10 de la noche ya no hay clientes. Pues sí, esto nos ha pegado duro, porque hemos tenido una disminución en las ventas.
“Y por el otro lado, no deja de ser impactante, porque aquí muy cerca en la entrada de Soriana mataron a dos personas, toda la gente se metió corriendo”, señala.
La percepción de la inseguridad es general en Reynosa: los puestos de hotdogs y hamburguesas de la calle 14 en la colonia Doctores (ubicadas entre la Asociación Ganadera y la estación de gas San Diego), que normalmente lucen repletos de gente, se observan con poca afluencia de clientes.
“¡Está bien solo, compadre!”, reconoce uno de los empleados. Comentan que a raíz de los hechos violentos en Reynosa sus ventas se desplomaron hasta en un 70 por ciento.
“Pues sí se ve calmado ahorita, ya la gente no quiere venir. Aquí cuando llegan los federales, que vienen a comer, la gente se espanta y se va”, menciona otro de los cocineros de comida rápida.
Casi enfrente, en la gasera, los despachadores expresan que les dan salida más temprano, por el ritmo en el que está actualmente la ciudad.
Dicen que su trabajo es doblemente peligroso y están expuestos, porque no tienen ninguna clase de protección en caso de presentarse algún enfrentamiento.
EL PANORAMA SE REPLICA
El sector restaurantero es otro que se ha visto perjudicado por el bajón de clientela a causa de la inseguridad en Reynosa. Uno de los meseros de La Estrella describe que los empleados tienen órdenes de acabar más temprano.
“Es que ahorita la gente tiene miedo y sí nos afecta. Otras veces hasta las doce de la noche estaba lleno, pero ahora con la situación son las ocho y ya no hay nada, está muerto”, lamenta.
La merma no solamente es para el negocio, sino también para ellos, pues dependen de la propinas.
“Ni se puede comparar el Día de las Madres con los que tuvimos en años pasados, ojalá se componga”, expresa.
Por su parte las farmacias también cierran temprano. Algunas que son de 24 horas ponen cadenas para protegerse.
En la Similares de la calle Herón Ramírez se presenta esta misma atmósfera. El trabajador en ventanilla acepta que pasa el tiempo sentado y, sin clientes, las horas de la madrugada transcurren muy lentas.
“Ha habido noches en las que hemos tenido tres clientes. Las otras Similares cerraron. Allá en la colonia Almaguer también. Nosotros hemos sido la única farmacia abierta en toda la ciudad y sólo vinieron tres personas.
“También me he enterado de tiendas Oxxo y Seven Eleven que cerraron de noche, con eso le digo todo”, relata.
Con la clausura de diversos bares en la Zona Centro, de Reynosa, hay negocios ambulantes que también tuvieron un desplome en sus ventas.
“Es por lo mismo de la inseguridad”, dice Ricardo. Él es taquero y trabaja en el turno de la noche. Detalla que una noche normal vendía hasta cuatro kilogramos de tortillas, pero ahora ni a la mitad llega.
MARIACHIS EN CRISIS
En tanto, uno de los músicos de la calle Oaxaca, platica que pasan horas para que alguien los contrate e incluso, comenta que a veces se van a sus casas “sin ningún Peso en la bolsa”, porque los sucesos violentos en Reynosa provocaron que no tengan trabajo.
A pesar del riesgo de salir de noche, su única esperanza era cantar serenatas para el 10 de Mayo, Día de las Madres, pero no tuvieron mucha suerte.
Dice que prefieren que no les tomen fotografías, porque no quieren problemas; sin embargo, manifiesta que es importante dar a conocer lo que está pasando.
“En otra época no parábamos de tocar todo el día y la noche. Yo tengo muchos años aquí y cada vez está peor. La gente tiene mucho miedo de salir, ése es el detalle.
“Y luego con sacrificio tienes tu carrito y te lo quitan. Creo que debe haber un respeto y más para las personas que trabajan honestamente.
“La verdad no sé qué piensan estos muchachos que andan mal, porque afectan a sus mismas familias, no todos se dedican a eso”, expresa desconcertado el mariachi.
Dice que sus compañeros que tienen grupos musicales en Las Fuentes, si no los contratan para las diez y media de la noche se retiran para no peligrar.
“Durante el día, pues, desempeñamos otros oficios, si no, no sale… porque ahorita como están las cosas casi no contratan. Y luego nos venimos aquí a la ‘calle del taco’, pero antes lo primero que pedimos es la bendición de Dios Padre para regresar con bien a casa.
“Nos metemos a cualquier colonia y no sabemos dónde nos pueda tocar, que nos llamen y Dios no lo quiera nos toque un fuego cruzado. La vida de nosotros es muy riesgosa y hasta nos quitamos los chalecos, porque las autoridades nos confundían.
“Nos llega a pasar algo ¿y quién responde por nosotros?, pero debemos de salir a trabajar, tenemos una familia que mantener”, argumenta uno de los músicos de tradición en Reynosa.
CANCELAN EVENTOS
El miedo que viven los habitantes de Reynosa se ha hecho patente en otras esferas de la sociedad, en centros sociales, religiosos y deportivos.
De hecho, el pasado 12 de mayo fue anunciada una rueda de prensa en la sala presencial del Centro de Educación Continua del Instituto Politécnico Nacional (IPN) para dar a conocer los detalles de la cancelación de la séptima edición del la tradicional carrera recreativa “Once K”.
Tal decisión fue “tomada por el Comité Organizador de la Ciudad de México, buscando salvaguardar la integridad de los asistentes al evento, debido a la situación de riesgo por la que está pasando la ciudad”, se expresó previamente en un comunicado.
Los líderes religiosos de diversas iglesias en Reynosa solicitan que la comunidad haga oración por Reynosa, pues en menos de un mes el temor y la desconfianza se apoderó de la ciudad. Piden la calma, pero ésta puede tardar en llegar.