De Reynosa se cuentan infinidad de historias y anécdotas que para el antropólogo e investigador mexicano, Martín Salinas Rivera, sería difícil enumerarlas todas; sin embargo, una que a su consideración es digna de ser enmarcada tiene que ver con los inicios de la radiofusión en nuestro país.
Fue a mediados de los años veinte cuando el empresario estadounidense Joel Patz fundó en esta ciudad de la frontera tamaulipeca la “Radio Difusora S. A.”, que originalmente tuvo una programación enfocada al público texano (en inglés).
A la postre dicha estación –por su gran alcance– se convertiría en una de las más importantes de la época en Norteamérica e inclusive, a nivel mundial, pero ¿cómo fue esto posible?, ¿por qué tener una radio americana en México? y ¿de qué manera pudo lograr tanta influencia?
En uno de sus más recientes temas de estudio –que presenta actualmente en ponencias universitarias–, este especialista por la Universidad de Austin, Texas, y quien funge como cronista municipal, pondera uno de los acontecimientos que sacaron a Reynosa de ser un punto perdido en el mapa geográfico y le dieron trascedencia internacional.
Relata que en las primeras décadas del siglo XX, a diferencia de Estados Unidos, no existían en la República Mexicana tantas restricciones para que los nacientes medios de comunicación masiva explotaran sus capacidades tecnológicas (desde una perspectiva comercial), lo cual facilitó la llegada de una de las estaciones de radio más exitosas que hubo.
Si bien en sus inicios la XEAW operó casi de una forma rudimentaria, con el paso de los años, de varios dueños y la inyección de nuevo capital, fue adquiriendo un papel preponderante en la era radiofónica, tan particular como la forma en que desapareció de la ciudad.
“Lo que pasa es que esa estación tuvo cinco propietarios con la misma frecuencia. La radio a nivel mundial en sí comenzó a transmitirse en los años veinte y en 1926 la trajeron a Reynosa. (tres años después que había comenzado la XEB, la primera emisora en México).
“Lo importante fue que en el futuro alcanzó una potencia bastante grande de 200 mil watts, cuando una radio normal tenía 250, para que puedan darse una idea. La de Reynosa contaba con un equipo tan potente y tan grande que no se iba a hallar en cualquier parte del mundo”, detalla Salinas Rivera.
Asegura que fueron expertos los que la trajeron al país, convirtiéndose en una de las pioneras en suelo nacional y la primera en Tamaulipas.
HACE CASI 90 AÑOS
La idea de instalar esta emisora en Reynosa, cuenta el entrevistado, fue únicamente para utilizarla con propósitos comerciales, pero con el transcurso de los años se diversificó, tomando una ruta por demás interesante.
“Originalmente no tuvo tanta potencia. El propósito era transmitirle a la región rural de Texas música y venderle comerciales de productos agrícolas y tractores. Con fin de negocios, esa era la intención y se prestaba por no existir suficientes medios masivos como los tenemos hoy en día, porque eran prácticamente los inicios de la radio. No había nada de eso, ni siquiera la televisión”, describe el investigador.
Sin tanto control de Estados Unidos,
donde se generaran impuestos y se estuviera sujeto a numerosas reglas y penalidades, Joel Patz encontró en Reynosa el lugar idóneo para poner su estación, cuando México le otorgó ese permiso.
De acuerdo con este antropólogo el sitio donde originalmente fue instalada la XEAW se localiza el bar La Pequeña Holanda (sobre la calle Ocampo, entre Allende y Zaragoza, en la antigua Zona Rosa). Para el año de 1927 esta radiodifusora ya transmitía su señal.
“Algunas personas ya de mayor edad recordarán que, después, en ese mismo lugar despachó el Consulado de Estados Unidos. Hay fotografías que dan cuenta de ello. El recinto estaba franqueado por dos grandes torres, pero todavía no era tan potente.
“El cambio en el alcance de la emisión se dio a finales de los años treinta, cuando el equipo se trasladó al área de la colonia Aquiles Serdán, exactamente donde a posteriori estuvo el antiguo penal; sin embargo, antes de eso hubo cuatro dueños.
“En 1933 el siguiente personaje que la compra es una mujer de la que no tengo gran dato. Manejó la XEAW durante un par de años. No sabemos mucho el uso que le dio y para qué la utilizó”, relata.
PROHIBICION Y APUESTAS
Para 1935 la radiodifusora cambió de dominio, pero se mantuvo en la Zona Rosa.
Pormenoriza el antropólogo Martín Salinas Rivera que el nuevo propietario, de apellido Howwordth, fue un personaje muy polémico, relacionado con asuntos fraudulentos en Estados Unidos.
“Este señor utilizó la estación para vender una especie de lotería, pero no para México, pues desde 1929 a 1933 la programación siguió siendo en inglés. Eran años en que estaba la prohibición del alcohol y el juego a todo lo que daba por parte del gobierno norteamericano.
“Él anunciaba la lotería para venderla en Texas, pero el Servicio Secreto fue tras él y lo enjuiciaron. Fue la época de Eliot Ness, de Al Capone, y todos aquellos personajes que conocimos en series y películas. La prohibición permaneció de 1920 a 1933. Aunque en Reynosa el auge se alcanzó del 26 en adelante, porque antes no había puente internacional.
“En ese periodo se pusieron aquí casinos, casas de juego. Nuestra ciudad era Las Vegas en chiquito, un lugar de perdición, precisamente después de que abrieron el cruce fronterizo”, explica.
De acuerdo con los registros de la época la XEAW quedó en las manos equivocadas, ya que a través de ella Howwordth comenzó a lucrar ilegalmente hacia el interior de su país, sin que el gobierno estadounidense pudiera jurídicamente detenerlo, porque lo hacía desde el extranjero.
“Era él mismo quien manejaba el dinero de la lotería, el que organizaba los juegos y fue castigado no por trasmitir sus negocios fuera de su nación, sino porque utilizó el Correo de Estados Unidos para mandar los premios, algo
estrictamente prohibido. Tras su captura la radiodifusora pasó a un tercer propietario”, afirma.
LAS “HORMONAS DE CABRA”
John Brinkley, el siguiente personaje en asumir el control de la XEAW en Reynosa, fue quizás el más famoso de todos los dueños detalla Salinas Rivera, quien reseña que de hecho hay un libro sobre su vida y existen numerosos artículos que también lo ubican como un falso médico acusado de comprar su título profesional.
Pocos años antes de morir enfermo en 1942, manejó la estación (de 1935 a 1939) y fue a finales de los años treinta que creó un equipo formal de empleados. Primeramente el personal estaba compuesto por estadounidenses, entre ingenieros y locutores.
“Fue un doctor que la utilizó para promover unas clínicas que tenía en Río Grande, al norte de Camargo, Tamaulipas, y en San Juan, Texas. Vendía hormonas de cabra para revitalizar la potencia sexual masculina (risas).
“Acarreaba gente desde Nueva York y en general de todo Estados Unidos lo venían a ver. Para eso compró la radio. Le aumentó potencia. En el poblado de Acuña, Coahuila, estableció una segunda emisora, que se llamaba la XERA, famosísima en esa época”, describe.
El dinero que amasó John Brinkley con el manejo de ambas estaciones y sus consultas le permitió construir una enorme clínica en la ciudad fronteriza de Del Río, que según Salinas Rivera ni el Seguro Social de Reynosa la tiene ahorita.
“Era una cosa exagerada y la hizo para atender a los estadounidenses con problemas en la próstata y seguir vendiendo sus tratamientos y pastillas milagrosas”, manifiesta.
UN PASO TRASCENDENTAL
La Radio Difusora S. A., ya había alcanzado cierta popularidad durante 13 años operando en la frontera de Tamaulipas, pero en 1939 ocurrió un hito que la hizo aún mucho más relevante.
La compañía refresquera de Dallas, Texas, Dr. Pepper adquirió esta estación. Ya tenía dos más, una en La Habana y otra en Canadá, (las cuales eran parte de su diverso conglomerado empresarial). Y la dotó de equipo muy potente.
“Tenía unos bulbos enormes, con su propia planta de luz para abastecer 200 mil watts. No era cualquier cosa, sino algo extraordinario para lo que existía en la época. Tan importante fue el salto que dio la XEAW que la producción de radios para los oyentes, que eran unas consolas muy grandes, decían: New York, Tokio, London y en medio aparecía Reynosa”, subraya Salinas Rivera.
El entrevistado explica que fue ahí cuando la estación se trasladó de la Zona Rosa al área donde actualmente se localiza la colonia Aquiles Serdán. Para ello se construyó un edificio en el cual posteriormente estuvo el antiguo Penal y el otrora Tutelar de Menores.
SUCESO HISTÓRICO
Pero el hecho de que en esta población fronteriza estuviera la estación de radio más potente del continente, permitiendo que se escuchara en prácticamente todo el mundo y haciendo que algunos fabricantes de aparatos receptores colocaran el nombre de la ciudad en sus consolas, no deja de ser un acontecimiento que para este cronista municipal y autor de varios libros no debe pasar desapercibido.
“Los relatos mencionan que la gente acercaba focos y de la radiación que había en el ambiente se prendían sin estar conectados. Tenía unas torres inmensas. Mandar una señal de radio hasta el otro lado del mundo ahora se puede por medio de satélites, pero nadie lo hacía en aquel entonces, más que la XEAW, que tuvo locutores con un gran cartel, principalmente de habla inglesa.
“Hubo de hecho una adivinadora que leía las cartas en vivo. Vivía en Texas, pero venía todos los días a trabajar aquí. Se hizo súper famosa”, remarca el antropólogo de la Universidad de Texas.
Menciona Salinas Rivera que de diversas partes del mundo enviaban cartas a Reynosa agradeciendo la programación tanto en inglés, como en español (a finales de los años treinta y principios de los cuarenta) que los informaba, los entretenía y hacía reír.
“Inclusive hay una anécdota cómica de esas que cuentan que: ‘ahora aquí está la señorita fulana, una de las cantantes’ y ponen el disco…, pero la sorpresa es que estaba rayado y no lo verificaron antes. Y los comentarios eran que le falló la voz (carcajadas). Fueron otras épocas y se permitía. También venían y se presentaban músicos muy famosos.
“Pero algo muy interesante es que estando apartados de las grandes urbes estuvimos a la vanguardia en las comunicaciones de ondas electromagnéticas, fuimos de los principales y pioneros en México. Y además que estuvieron involucradas compañías americanas, un aspecto muy especial de la época”, puntualiza.
LA GUERRA LO CAMBIÓ TODO
Luego de dar comienzo la Segunda Guerra Mundial se presentaron una serie de circunstancias que marcarían el final de la XEAW en Reynosa.
Estados Unidos entró al conflicto bélico en diciembre de 1941 con el ataque que sufrió a Pearl Harbor. Para ese entonces la compañía Dr. Pepper ya había cerrado sus emisoras de Canadá y La Habana, dejando sola la de México, la cual después de eso no duró mucho operando.
“Un día por la tarde (entre los años 1941 y 1942) llegaron grupos de gentes que desmantelaron todo, y cruzaron los camiones con los equipos por la aduana americana, y se fueron a Corpus Christi, retirando la estación de Reynosa por temor a que fuera utilizada con fines de espionaje, porque desde aquí podría transmitirse información hasta Japón de lo que estaba pasando en Estados Unidos. Entonces el mismo gobierno le solicitó a los propietarios que la quitaran de aquí.
“Se habla que la emisora habría funcionado tres o cuatro años con una muy grande cobertura. Esta es una investigación a la que todavía le faltan detalles más específicos; sin embargo, fue un hecho verídico”, detalla Martín Salinas Rivera.
Y SURGE LA AQUILES SERDÁN…
Añade el entrevistado que el desenlace de la XEAW en territorio tamaulipeco no fue como se esperaba, dado que no todo el personal que laboró para esta estación de capital estadounidense fue indemnizado; sin embargo, eso impulsó el nacimiento de otras emisoras, gracias a la voluntad de ex trabajadores, así como también paralelamente se dio pie al surgimiento de una colonia en Reynosa.
Fue debido a que estaba prohibido que los ciudadanos extranjeros tuvieran propiedades en suelo nacional, que el extenso terreno de cuatro hectáreas donde estuvo la radiodifusora se escrituró a nombre de un mexicano, Néstor Custa, encargado del área técnica.
“Y como no liquidaron a los trabajadores, esta persona acordó repartir el terreno ese, y es el origen de la colonia Aquiles Serdán, tanto para quienes se emplearon ahí, como para personas necesitadas.
“Entonces se les dio un solar a todos los veteranos de la Revolución Mexicana. Esa es otra historia. Originalmente era una cantidad muy grande que incluía hombres y mujeres”, destaca.
En la actualidad las instalaciones donde transmitió la radiodifusora más potente del continente americano sirven como destacamento de las Fuerzas Armadas.
El inmueble ha sido sometido a varias remodelaciones, por lo que se conserva en buen estado; no obstante, en su fisonomía no se aprecia ningún rasgo de aquella famosa XEAW.
Mucho menos los soldados que lo resguardan ni la gente que acostumbra pasar el rato en el parque de enfrente, parecen saber que hace muchos años este discreto recinto de Reynosa sirvió como un centro de transmisión que llevó información, música y entretenimiento a remotos lugares del planeta.
En tanto, describe el antropólogo que en su caso, después de haber emigrado a Corpus Christi esta frecuencia pasó a otros dueños, pero luego regresó a México hasta que se quedó en Monterrey con la empresa Multimedios, que la utiliza en el 12.80 de Amplitud Modulada.
Radios sin baterías
Inicialmente la XEAW fue la frecuencia como se identificó la estación, hasta que se le agregaron las siglas de Amplitud Modulada (A. M.). La Frecuencia Modulada (F. M.) aún no se empleaba para la fecha, pero la primera se clasifica en los miles, mientras que la segunda en los cientos, según como puede observarse en las sintonizaciones.
Detalla Martín Salinas Rivera que de manera original, la gente escuchaba la radio en artefactos casi primitivos, tanto que la civilización actual se sorprendería.
“Se elaboraban con la ayuda de una piedra llamada Galeana y sulfuro de plomo, con una cajita sonora y alambres de cobre para poder captar la transmisión. No se utilizaba electricidad y obviamente tampoco pilas. Podía ser una caja de cigarros donde cupiera la piedra y los alambres.
“La radio experimental sí es muy antigua, pero la comercial tuvo sus inicios en los años veintes, cuando empezó a transmitirse de una forma masiva, y paulatinamente dejaron de utilizarse los aparatos artesanales”, resalta.
Esto es punto y aparte
La fama del doctor John Brinkley, quien fue dueño de la XEAW en Reynosa (la radiodifusora más potente del continente), se extendía de costa a costa e inclusive en muchos rincones del planeta. Fue precisamente él quien llevó a la radio a otra figura que se hizo célebre con sus transmisiones nocturnas: ‘Juan del Norte’.
Éste último, cuyo nombre real era Juan Granados, indica Salinas Rivera, es un personaje que “se cuece aparte” por muchos motivos:
“Porque fue el funcionario que estuvo mucho más tiempo sirviendo en los ayuntamientos de Reynosa, desde finales de los años veinte y hasta cerca de los noventa; por su desempeño como director de la escuela Miguel Hidalgo y especialmente por su popularidad en muchas partes del mundo gracias a su faceta de locutor radiofónico.
“Fue muy extensa su carrera. Mucha gente en la región lo ve como el personaje idóneo relacionado como servidor público. Tuvo casi todos los puestos, menos tesorero. Fue el secretario particular de muchos de los alcaldes. Era toda una institución, porque sabía cómo funcionaba la administración pública municipal y aparte mostró siempre talento en su manera de expresarse”, añade.
De Juan Granados se sabe que poseía una voz privilegiada y fue el orador por excelencia del ayuntamiento de Reynosa. Por lo mismo, lo buscaban para que narrara los desfiles, los eventos principales y tenía una voz tan potente, que parado frente al palacio se escuchaba hasta el otro extremo de la plaza principal, destaca el cronista de la ciudad.
“En los años treinta el doctor John Brinkley lo contrató, pero hay una razón. Porque México le pidió a las estaciones americanas que llevaran de perdido el 25 por ciento de la programación en español.
“Entonces a él lo pusieron en la noche, y en sus pláticas, porque hay grabaciones de eso, narra que él odiaba ir a medianoche a conducir el programa. Se oía su voz en todo el mundo. Y le enviaban cartas de todos lugares, Argentina, Puerto Rico, Costa Rica, donde le dicen que estaban muy agradecidos. Esos documentos se encuentran en el archivo del historiador César Isassi”, comenta.
El programa que “Juan del Norte” tenía en la XEAW era de tesitura musical con una producción rudimentaria. De hecho presentaba a los grupos en vivo, así como también ponía sus discos.
“Hay una anécdota que contaba este cronista (César Isassi) sobre Juan Granados, que hablaba de Reynosa con mucha imaginación, poniéndole mucha crema a sus comentarios, al punto que un día vino a dar a la ciudad un general retirado del Ejército Mexicano, apantallado con las crónicas, que narraba la región como un lugar muy exuberante (risas).
“… y que se baja del autobús en una estación y lo primero que pisó fue un charco, llenándose de lodo todas las botas. Y muy enojado exclamó dónde estaba ese ‘hijo… Juan del Norte’ (risas). El calorón a todo lo que daba. Se la habían pintado muy bonito no siendo lo que este general se esperaba. Y es una anécdota muy simpática de la época”, rememora el antropólogo Martín Salinas Rivera.