Muchos oficios cada vez van quedando más en el olvido, algunos ya ni siquiera existen y otro más tienen los días contados.
La modernidad, los está empujando fuera del escenario y de las calles.
Muchos años atrás, diversos oficios se desempeñaban por exigencia del ajetreo cotidiano, la necesidad de una demanda y oferta de un vendedor.
Al inicio del siglo pasado, en los tiempos de la Revolución Mexicana y desde muchos años atrás, hasta a mediados de 1990 existían los”serenos”, personas que vigilaban las calles por la noche y pasaban con una linterna alumbrando en la oscuridad.
A ese “sereno” se refieren “Las Mañanitas” cuando dice: “Ahora sí, señor sereno, le agradecería el favor, de apagar su linternita, mientras que pasa mi amor”.
Había gente que vendía leña que cortaban en el campo y proveían de ese producto a quienes no pudiesen ir a abastecerse por sí mismos y que no tenían gas natural o embotellado para cocinar.
Los carteros aún existen, pero ya no andan a pie, hoy son motorizados y cada vez son menos.
Ya no entregan cartas, sino cobros de bancos y de mueblerías, mensajería, promociones y otro tipo de oficios.
El whatsapp y la mensajería instantánea de los smartphones los desplazó.
Oficios como los sastres, afiladores de cuchillos, voceadores, gente que arreglaba máquinas de coser, peluqueros, cada vez son menos.
Pero algunos otros oficios, como el de los linotipistas, no existen más, o los formadores de páginas de los diarios que en forma manual pegaban en una original los textos impresos para pasar por una filmadora y hacer las placas para imprimir cada página del periódico, ya son cosa del pasado.
Algunos de los que han logrado sobrevivir son los que recogen la basura.
En muchas colonias de todo el país aún persisten los carros de tracción animal tirados por burros o caballos que pasan por los domicilios recogiendo la basura, pese a que debiera proveerlo o aún existiendo, el servicio de recolección de basura por parte de los municipios.
Los soldadores de cubetas y baños, hechos de lámina de zinc no existen más. De hecho, ni en fotografías.
Antes pasaban por las colonias ofreciendo sus servicios, con una bote prendido con carbón donde portaban hierros ardiendo y cuando les daban para soldar una tina agujerada, la limpiaban, le pasaban una lija, le aplicaban soldadura de plomo o estaño, o ambas, derritiéndola con el hierro candente, y con eso tenían para darle otros meses de vida.
Lo barberos o peluqueros de antaño cada vez son más difícl de hallar.
Ahora son estilistas jóvenes que aprenden hacer cortes que demandan los jóvenes, pero la gente mayor, alguna sigue acudiendo con los peluqueros de siempre, que cada vez desaparecen más.
Los afinadores de pianos en algún momento existieron y al igual que los pianos, se han ido extinguiendo.
Las refresquerías y paleterías dejaron de lado a los señores que circulaban en las colonias con su carrito de paletas. Hoy es raro ver uno.
Entérate
> Los voceadores aún trabajan, pero también son menos, ante el avance de los medios electrónicos como una forma de conocer las noticias.
Ya nos son muchas las personas que compran un periódico para ver las notas en tinta negra, hoy tienen toda la información que necesitan al momento, al alcance de un botón del smartphone.
> Los afiladores de cuchillos, machetes y tijeras siguen siendo necesarios, pero también han ido quedando en el olvido.
Los cuchillos de la cocina siguen perdiendo el filo con el uso diario, pero no es muy común que usen un mismo cuchillo por años, ahora es posible que los desechen, ante la imposibilidad de que un afilador les dé nueva vida con su piedra de esmeril que los dejaba como para cortar una hoja de papel en el aire.