Hace unos días Hora Cero Encuestas publicó los resultados de un trabajo que revela que, al menos en la zona metropolitana de Monterrey, la hegemonía de la televisión como líder de opinión es cosa del pasado.
De acuerdo a esta encuesta, los residentes de los municipios aledaños a la capital de Nuevo León le creen más a las redes sociales y los portales de Internet que a los conductores de los noticieros de televisión.
Esta crisis no es exclusiva de un canal, es todo el medio que poco a poco ha ido perdiendo credibilidad frente al auditorio.
Incluso los periódicos y la radio han visto desplomada su preferencia entre el público regiomontano.
Muchas de las personas que participaron en la encuesta aseguraron que el principal motivo por el que no creen en la televisión es porque los periodistas “están vendidos” o “intentan manipular al público” con sus notas.
Gran parte de ellos prefiere creer lo que lee en Twitter o Facebook precisamente por la “ciudadanización” de estos medios, porque consideran que aquellos que comparten la información son personas ajenas a cualquier interés económico o político.
¿Esto quiere decir que el destino de la televisión está marcado? ¿Estamos viviendo el fin de uno de los medios masivos de comunicación más importantes en la historia de la humanidad?
La verdad, creo que no.
En México, la televisión y los ciudadanos tienen una extraña relación, algunos podrían decir que hasta perversa.
Porque es cierto, todos odian a la televisión, sus programas y conductores a quienes no bajan de corruptos, manipuladores… pero ahí siguen pegados a la pantalla, viendo las telenovelas, programas de concurso y
reality shows.
Dicen odiar al medio pero saben de memoria los nombres de los actores de moda y no se pierden los lanzamientos de los cantantes que promueven.
Es más, la mayoría de los que vomita los contenidos de los noticieros comparte en las redes sociales extractos de estos espacios informativos.
No faltan quienes, orgullosos, aseguran que ya no ven televisión abierta, que todas sus necesidades de entretenimiento las llenan con Netflix o alguna otra opción de programación en línea.
Pero ¿qué es lo que ven estas personas? ¿House of Cards? ¿Orange is the New Black? ¿la serie Earth de la BBC?
¡Claro que no! las teleseries más vistas son El Señor de los Cielos, La Reina del Sur, Narcos y telenovelas como La Fea Más Bella y Héroes del Norte.
Entender el comportamiento de la masa mexicana es una tarea titánica, imposible, digna de cualquier estudio psiquiátrico.
Sin embargo, esta mentalidad no es nueva, tiene décadas existiendo.
Las críticas que hoy lanzan contra Carlos Loret de Mola y Adela Micha son prácticamente las mismas que disparaban contra Joaquín López Dóriga y, muchísimos años antes, era Jacobo Zabludovsky.
Nuestra necesidad por polarizar todo, por pelearnos con aquellos que no piensan igual que nosotros, nos hace tomar bandos, ver todo blanco y negro donde el gobierno es corrupto y un puñado de ciudadanos son limpios, impolutos, sin mancha.
Pero ninguno de estos guerrilleros del teclado, revolucionarios del Facebook, quiere entender que si en verdad odian a la tele y todo lo que dice, tienen en sus manos el arma perfecta para matar al “dragón de mil cabezas”… se llama control remoto.
Basta apretar el botón de “apagado” para que la televisión pierda su poderoso efecto sobre los ciudadanos.
Y les voy a compartir un pequeño secreto: La televisión, como el resto de los medios de comunicación -incluyendo esos llamados independientes que tanto circulan por las redes sociales- son negocios que necesitan de ingresos.
¿Y cómo consiguen esos ingresos? ¡Fácil! ofreciendo a su auditorio contenidos que les llamen la atención. Mientras mayor audiencia, más ingresos económicos.
Por lo tanto si todos esos millones de mexicanos están hartos de Televisa, TV Azteca, Multimedios y sus noticieros “vendidos” y “mentirosos”, lo único que tienen que hacer es no verlos.
Cuando eso suceda, el rating de estos espacios se va a ir al piso y los dueños de estos medios van a tener que cambiar de estrategia para intentar recuperar público pues, después de todo, nadie se quiere anunciar en un programa que nadie ve.
Si los medios no han cambiado es porque la gente los sigue viendo. Porque muy dentro de ellos disfrutan ver contenidos basura como Ernesto Chavana y sus edecanes, el Vítor y la Familia Peluche.
Sin embargo, no es correcto aceptar que nos gusta la basura. Nadie en las redes sociales le daría un “like” al comentario de lo mucho que se rieron con las ocurrencias del elenco de Sabadazo.
México y los mexicanos no solo tenemos el gobierno que nos merecemos… tenemos también los medios de comunicación que nos merecemos y eso nunca va a cambiar.