El proceso electoral de Nuevo León, que llevó a Jaime Rodríguez Calderón “El Bronco” a convertirse en el primer gobernador sin partido en la historia de México, dejó muchas enseñanzas a los partidos políticos, quienes debieron de entender que México ha cambiado profundamente.
Y no estamos hablando del hartazgo que existe en la sociedad por la deficiente labor que han realizado desde el gobierno los políticos tradicionales, quienes se han convertido en unos expertos en romper cada una de sus promesas de campaña.
Ahí tenemos, por ejemplo, al presidente Enrique Peña Nieto que cuando era candidato juraba y perjuraba que los aumentos en la gasolina y la energía eléctrica eran cosas del pasado y ¡zas! que nos regala incrementos en estas tarifas.
Una de las más importantes enseñanzas que dejó la campaña ganadora de “El Bronco” es que México ya no se comunica igual que antes, las redes sociales han desplazado a los medios de comunicación tradicionales.
Hoy la gente no sólo pone en duda lo que escucha, ve y lee en la televisión y los periódicos, sino que opina y comparte sus puntos de vista desde las redes sociales que pueden ser o un gran ejercicio democrático y de libertad de expresión, o un verdadero drenaje de las frustraciones y odios de algunas personas.
Sin embargo, quiéranlo o no, las redes sociales se han convertido en el foro donde México está hablando, un espacio que fue aprovechado a la perfección por “El Bronco” y su equipo quienes no sólo supieron insertarse en la plática, sino que lo hicieron con el discurso perfecto para el momento que vive el país.
Pues bien, tras el triunfo de “El Bronco” los partidos políticos debieron de haber puesto atención para aprender de las lecciones que dejó la elección en Nuevo León y aplicarlas en las entidades donde se llevaron a cabo procesos electores.
Hoy, que los resultados en las elecciones son historia, podemos darnos cuenta que los que realmente aprendieron de las lecciones de “El Bronco” no fueron los independientes, sino los panistas.
Así es, tanto la militancia como los candidatos del Partido Acción Nacional de las siete entidades de la República donde consiguieron el triunfo, demostraron que aprendieron muy bien de la experiencia del hoy gobernador de Nuevo León.
Sólo los panistas llevaron su discurso de alternancia a las redes sociales. Sólo ellos se dedicaron a machacar a los usuarios de Twitter y Facebook que lo importante de este proceso electoral era sacar al PRI del gobierno, a como diera lugar.
Esta campaña, podemos darnos cuenta, funcionó a la perfección y la gente no sólo le dió al PAN una de la más grandes victorias electorales en su historia, sino que además sumieron al PRI a la categoría de un partido vetusto, viejo, sin idea o ganas de renovarse.
Es increíble y patético ver cómo los priistas tienen los recursos, las plataformas y la estructura necesaria para ganar la guerra de ideas en las redes sociales, se quedaron como “venados lampareados” viendo como los vapuleaban en la Internet.
Nunca en la campaña los priistas supieron contraatacar la labor que el PAN y su gente supo insertar en la sociedad.
Poco a poco los priistas demostraron que no han cambiado, pues pensaban que los spots en televisión, las concentraciones masivas y el carrusel de sus candidatos por los medios de comunicación amigos, les iban a dar el triunfo en las urnas así como había sucedido por más de 70 años.
El PRI perdió porque no supo entender el momento en que está viviendo México, porque piensan que seguimos en la década de los setentas, pendientes de Siempre en Domingo, las narraciones de Angel Fernández y los reportes de Jacobo Zabludovsky.
Lo que debe de tener preocupados a los priistas, es que la cúpula de su partido y del gobierno en general, está controlada por militantes tricolores que viven en el pasado y creen que las viejas fórmulas aún funcionan.
El presidente de la República, Enrique Peña Nieto es un gran ejemplo de este tipo de priistas de cuerpo joven pero alma vieja, quienes piensan que ignorando los problemas van a conseguir que se arreglen solos.
Si el PRI quiere seguir siendo la fuerza gobernante en este país, debe de entender que es urgente que cambie su forma de comunicarse con los ciudadanos, que las técnicas del pasado son malas y sólo dejan odios, rencores y deseos de venganza.
En el PRI tienen que darle paso a los que tienen ideas nuevas, frescas, con ganas de hacer algo por esta golpeada sociedad.
Porque es cierto, ni los priistas son los demonios que la sociedad cree que son, como que los panistas tampoco son los santos que quieren mostrarse ante la gente.
Es momento que el tricolor apele a la memoria colectiva para darse cuenta que necesita aprender de sus errores para no volver a cometerlos.
Hay que saber leer el momento en que nos encontramos en el país. México no es el mismo de hace 30 años y mucho menos el de hace 40.
Todos en este país nos hemos dado cuenta de eso… menos los priistas.