El precepto básico de los penales, Cedes, Ceferesos, es sin lugar a dudas la readaptación, sean reos del fuero común o federal, desafortunadamente no se recibe rehabilitación psicológica para ser nuevamente insertado en la sociedad.
Cuando caes preso en cualquier centro penitenciario pierdes todos tus derechos civiles y en lo único que piensas es en sobrevivir, en poder salir vivo algún día de ese lúgubre lugar.
Las tentaciones son muchas: las drogas, armas, alcohol y tabaco abundan a precios exhorbitantes y para conseguir uno de esos productos prohibidos tienes que comprarlo a un lidercillo que seguramente pertenece o perteneció a un grupo delincuencial.
Aunque todos los directores juran que en sus penales no hay tráfico de drogas, la realidad es que en todos los cateos ha salido a relucir que cualquier reo con dinero puede conseguir lo que quiera.
Los reos más poderosos gozan de algunos privilegios, como teléfonos celulares, pantallas de plasma, suscripciones a televisión satelital, si cumples años hasta una botella de whisky puedes conseguir siempre y cuando tengas dinero.
Muchos reos viven como reyes, es más, cada penal tiene su propio “mandamás” (gobernante) aquel quien fue elegido sin el voto popular y toma decisiones en beneficio propio y el de sus secuaces.
Las fallas en los penales tienen el mismo padecimiento que la Policía preventiva, los cuales originalmente fueron creados para prevenir los delitos y no para combatirlos o sea que los uniformados deberían de estar en escuelas, colonias y centros de trabajando haciendo una labor preventiva.
Pero no, los tres órdenes de gobierno se encargaron de acabar con el precepto básico de la Policía uniformada al mandarlos al matadero a combatir al crimen organizado y se enfrascaron en una fiera lucha que finalmente acabó con ellos.
Los policías preventivos eran los peores pagados y nos les quedaba otra que irse a trabajar con los malos y así comenzó a pudrirse todo lo que olía a fuerzas policiales.
Luego vino el presidente Felipe Calderón Hinojosa que se encargó de acabar con las Policías preventivas y crearon fuerzas especiales para combatir a los narcotraficantes, todo con la ayuda de las fuerzas castrenses quienes se encargaron de capacitar a los ahora elementos de Fuerza Tamaulipas o Fuerza Civil en Nuevo León.
Los aspirantes a policías de estas corporaciones tuvieron que pasar un entrenamiento tipo militar que fue impartido por generales, tenientes y capitanes del glorioso Ejército Mexicano obviamente en campos de entrenamiento de la propia Secretaría de la Defensa Nacional.
Por eso las policías estatales, municipales y los penales cojean de la misma pata, pues presentan enormes fallas de origen e incumplen cabalmente con preceptos para los que fueron creados.
Aparte, en todos los penales hay un enorme hacinamiento de reos. En algunos están revueltos los del fuero federal con los del fuero
común y los que no sabían robar o traficar allí de seguro van a aprender uno de estos “oficios”.
Otro garrafal error de los penales es que los construyen en la periferia; por eso, cuando se presenta un amotinamiento o matanza, de inmediato llegan los familiares a pedir justicia y preguntar por el estado de salud de sus consanguíneos.
Las autoridades deben construir reclusorios exclusivos para el fuero común, para el fuero federal, para los enfermos mentales y también deberían de construir penales para los gobernantes corruptos.
Aunque para los ladrones de cuello blanco o funcionarios corruptos tendrían que construir una ciudad entera para meterlos a todos a la cárcel, pero no los hacen porque el gobierno hace como que los busca y ellos hacen como que se esconden.
Allí está el caso de los ex gobernadores César Duarte, Javier Duarte, Fidel Herrera, Tomás Yarrington Ruvalcaba (recientemente capturado en Italia), Eugenio Hernández Flores, Manuel Cavazos Lerma y la lista es interminable porque todos esos mandatarios corruptos tienen y tuvieron a sus cómplices los cuales pueden ser decenas o cientos y que también merecen estar presos.
Pero si algún día los atrapan no los vayan a mezclar con los ladrones más intrépidos de la nación, o con los jefes de algún cártel, o peor aún con algún enfermo mental o psicópata porque si así son unas fichitas, con maestros como esos se convertirán en ex funcionarios que dominan todas las artes para delinquir.
El gobierno federal y estatal debe pensar muy seriamente en sacar de la periferia a todos los penales, porque no puede ser que los delincuentes tengan como ventaja la cercanía con el mundo exterior a sabiendas de que perdieron todos sus derechos civiles.
Los reclusorios deberían de estar en lugares inaccesibles en lo alto de los cerros, en medio del mar, o en medio de una presa, lejos de la mancha urbana, para que no tengan acceso a las tentaciones, el penal no debe tener caminos, carreteras o brechas porque es por allí por donde les llegan todas las armas drogas y demás privilegios.
Obviamente el camino debe de estar cerrado y debe de tener varios circuitos con barda perimetral alta en medio de la nada, para que nadie pueda pasar y lleve consigo algún cargamento de droga, alcohol o tabaco.
La visita conyugal debería de desaparecer de los penales mexicanos, pues lo único que fomentan es la prostitución, porque hay algunos reclusorios donde están mezclados mujeres y hombres.
Debe estar regulada también la visita de los familiares, porque los sábados y domingos se convierten en un verdadero picnic, un auténtico día de campo donde los reos pueden convivir con sus esposas, hermanos, tíos, primos e hijos por largas horas sin que nadie los moleste.
Las visitas familiares deben de estar reguladas en fechas especiales por ejemplo los cumpleaños, Día del Padre, Día de la Madre, pero no, aquí en México y Tamaulipas puedes ver a los reclusos casi cualquier día de la semana y donde se forman largas filas para poder entrar a los reclusorios.
En Estados Unidos por ejemplo existe un total aislamiento del reo y si acaso lo visitan sólo se verán a través de un cristal y podrán conversar mediante un teléfono y sólo unos cuantos minutos, en esos lugares no hay contacto físico y la visita conyugal es impensable.
Por ejemplo una madre puede visitar a su hijo sólo una vez al año, la esposa también puede visitarlo un par de veces al año, pero no pueden intimar o tener contacto sexual. Los reos reciben un tratamiento psicológico para que no dependan de los placeres de la vida, derechos que perdieron al cometer algún delito.
El único penal que estaba en medio del mar era el de las Islas Marías, de allá nadie podía escapar y este fue el único que siguió un modelo de readaptación, allí muchos reos aprendieron diversos oficios, como carpintería, soldadura, agricultura, acuacultura o la crianza de ganado y quienes cumplieron su condena podían dedicarse a un oficio aprendido en prisión.
La infraestructura penitenciaria del país sólo permite 180 mil presos, pero resulta que en nuestros penales hay más de 250 mil lo que representa una sobrepoblación de más de 70 mil reos.
Con toda esta problemática en el sistema penitenciario mexicano acostúmbrese a escuchar sobre fugas, muertes y amotinamientos por que la crisis también llegó a los penales de Tamaulipas con el increíble escape de 29 reos por un túnel de 45 metros de largo que construyeron en un año sin que los directivos y celadores se dieran cuenta.